Día Internacional de la Felicidad 2019
Cada 20 de marzo hay una nueva reflexión que deseo compartir, en relación al Día Internacional de la Felicidad. No todos los años decido compartir aqui mis pensamientos al respecto de este día, pero desde 2013, esta es la cuarta vez que lo hago. Y en este caso, el punto de partida será una experiencia personal.
El Día Internacional de la Felicidad va consolidándose en nuestra sociedad, como un día en el que nos paramos a pensar en este concepto, en sus implicaciones personales, sociales, culturales e incluso políticas. ¿Es importante la Felicidad? ¿Hemos de tenerla en cuenta como un objetivo en nuestras vidas? ¿Es la Felicidad una imposición de nuestro tiempo? Cada vez más instituciones, de todo tipo, deciden conmemorar esta fecha para realzar su compromiso con el Bienestar y la Felicidad de las personas. Un buen ejemplo, es el IES Albalat, en Navalmoral de la Mata, que cada año, coincidiendo con el 20 de marzo, celebra su “Semana de las Emociones” en la que realiza talleres, charlas, programas, etc., en relación a la Inteligencia Emocional de las personas que forman parte de su comunidad. El 2018 participé directamente y podéis leer aquí el resultado.
¿Porqué creo que es importante que exista un Día Internacional de la Felicidad? Ayer estuve impartiendo 5 horas de formación con los alumnos del Programa Superior de Coaching Psychology de la Universidad Complutense de Madrid, las correspondientes al Módulo de Psicología Positiva Aplicada al Coaching. En este espacio de trabajo (no solo las 5 horas de ayer, sino las otras 13 que compartimos en semanas previas) el aprendizaje es constante, el debate abierto, la práctica deliberada. Debido a que la planificación del Programa hizo coincidir una de mis clases con el Día Internacional de la Mujer, fecha en la que se convocó una Huelga General y no pudimos impartir esas horas, me he encontrado con 2 regalos: ver el compromiso del alumnado por buscar un espacio de “recuperación” para poder impartir la clase, más allá de los horarios establecidos, siendo un extra para ell@s; y por otro lado, de cara a la organización de esta fecha, participar unos días en su grupo de whatsapp privado. Allí he visto que su interés por la materia, por compartir, por aprender, va más allá de las clases. De hecho, parte de la clase de ayer estuvo mediada por los debates planteados en el grupo en los días previos, lo cual me ha resultado muy interesante, puesto que provocó en mí un incremento de mi interés y pasión por ofrecerles una clase de la mayor calidad posible.
En la tarde de ayer, durante las horas del módulo de formación, experimenté la felicidad de un modo particular: a través del “canal de flujo” o de la “experiencia óptima“. Mihalyi Cskszentmihalyi, considerado uno de los “padres” de la Psicología Positiva, describió en 1975 (mucho antes de la aparición formal de la Psicología Positiva) la Teoría de la Experiencia Óptima. Durante la clase de ayer se dieron las condiciones para experimentar “Flow“: mi percepción del tiempo se alteró (cuando me quise dar cuenta estábamos acabando la tarde), las acciones se sucedían unas detrás de las otras, tenía sensación de control, estaba muy concentrado y había una retroalimentación inmediata con los alumnos. Asimismo, hasta que no llegó la hora del descanso o el final de la sesión, no fui consciente de mis emociones y sentimientos: alegría, serenidad, satisfacción, agradecimiento y mucha felicidad. Ayer por la tarde sentí mucha felicidad, pero no era consciente durante el proceso porque estaba profundamente inmerso en una actividad. ¿Alguna vez habéis experimentado algo similar? Estoy bastante seguro de que sí, aunque posiblemente en momentos y actividades completamente diferentes.
Esta es una cuestión clave desde mi punto de vista para entender la complejidad de la experiencia de Felicidad. Al tratarse de un término subjetivo, no podemos establecer que exista “una felicidad”. Algunas veces he escrito en este Blog que me gusta concebir la felicidad no como una meta, sino como un camino. Pero ni siquiera considero que haya “un camino” hacia la felicidad, sino que posiblemente haya múltiples caminos, diferentes rutas, múltiples formas de caminar a través de las cuales experimentamos felicidad.
Inevitablemente, cuando llegamos a este punto, algunas personas conectan con la idea de la “dictadura de la felicidad“. Quienes trabajamos desde el marco de la Psicología Positiva sabemos que uno de los elementos más importantes es el equilibrio particular de cada uno de nosotros: ni hemos de perseguir todos la felicidad, si no queremos, ni ha de considerarse un objetivo universal necesariamente, ni hay un solo método-camino-recorrido, para alcanzarla. Y por supuesto, si no eres feliz: ¡no es culpa tuya!
Darte cuenta de que no eres feliz, de que no te sientes bien, eso sí, puede ser un punto de partida importante para empezar a hacer algo al respecto, si uno quiere, si uno puede. Porque no se trata de obligarte a sentir lo que no te “sale” (por ejemplo, alegría en un momento de tristeza), o de sonreír a toda costa a pesar de la adversidad. Como decía Chris Peterson, la psicologiá positiva va de “los demás”; tal vez, en esta misma línea, cuando uno está triste, afrontando una situación muy difícil, pedir ayuda, apoyo y consuelo en nuestro contexto social sea la medida más razonable, sin exigencias de felicidad fingida.
Ayer, durante la clase, contaba a mis alumnos una metáfora que explica muy bien, a través de la Fortaleza del Optimismo, lo que supone la Psicología Positiva y su estudio equilibrado de la felicidad y el bienestar. Imaginad una olla redonda puesta al fuego, donde estamos cocinando un estofado. La olla está muy caliente, pero es hora de retirarla, porque si continúa en el fuego, la comida se quemará; la olla no tiene mango, no tenemos guantes ni tampoco trapos de cocina. Un HiperOptimista podría pensar: “lo puedo coger con mis manos y apartarlo rápidamente, estoy convencido de que puedo“; consecuencias: quemaduras graves. Un Pesimista podría pensar: “no hay nada que pueda hacer, ya es demasiado tarde“, con lo que la comida se quemará y posiblemente la olla también. Si practicamos un Optimismo equilibrado, nos pondremos en marcha con soluciones razonables, con el objetivo de apartar del fuego la olla, salvar la comida y no quemar la cocina.
El Optimismo es una herramienta que nos permite construir mangos y agarraderas (soluciones prácticas) para cada sartén y olla hirviendo (problemas o adversidades).
Ayer fui muy feliz impartiendo mi clase, debatiendo con los alumnos, escuchando sus reflexiones y descubrimientos. Hoy mi desafío es encontrar otra “felicidad”, otra ruta de bienestar, que me inspire y me apasione. Esta es una clave importante: la búsqueda de nuevos formatos de felicidad sigue siendo tan necesaria como la repetición de aquello que ya sé que me genera bienestar.
La Felicidad es un concepto subjetivo y volátil, es cierto, y sin embargo sigue siendo un elemento importante para la mayoría de las personas a quienes les pregunto: ¿qué es la felicidad para ti? Teniendo en cuenta los cambios sociales que están teniendo lugar en nuestras sociedades, la creciente tendencia a la soledad disfuncional, en diferentes momentos de la vida, ¿no os parece que tomarnos en serio el bienestar de las personas, nuestra felicidad, es un objetivo importantísimo a desarrollar?
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
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