Los seres humanos, en ocasiones, nos encontramos en situaciones en las que nos vemos absolutamente desbordados por nuestras emociones, incapaces de hacer otra cosa que no sea reaccionar ante lo que sentimos. Estas reacciones, que responden a la experimentación de un conjunto de emociones que interactúan entre sí y que resultan difíciles de manejar (lo que en Crecimiento Positivo solemos llamar cocktail emocional), nos llevan a posteriores juicios de valor acerca de nuestro comportamiento de los que no salimos bien parados: «… debería haber dicho aquello…», «… no tendría que haber hecho…», etc. Estos pensamientos, que tienen forma de auto-reproche, generan nuevos sentimientos negativos hacia nosotros mismos que dañan nuestra autoestima. ¿Y qué está en el origen de este complicado proceso? Nuestra capacidad para manejar nuestra «Vasija Emocional«.
Esta metáfora sugiere que cuando sentimos alegría, miedo, satisfacción, ira, tristeza… y no tenemos tiempo para elaborarlas, las vamos introduciendo en una especie de vasija. Las emociones negativas, que suponen un gran peso para nosotros, van llenando este recipiente, mientras que las emociones positivas tienen el efecto maravilloso de no acumularse dentro y de, en ocasiones, ayudar a ir vaciando nuestra vasija personal.
Creemos que nuestra vasija es muy fuerte, resistente y profunda, porque por más que la llenamos, nunca parece desbordarse… Pero el caso es que, de cuando en cuando y, para algunas personas muy frecuentemente, nuestra vasija emocional rebosa. La hemos llenado de emociones negativas que no elaboramos, de manera que llegados a este punto… estallamos.
En función de la historia particular de la persona y de la situación en la que se encuentre, las consecuencias de llenar nuestra particular vasija son:
En todos estos casos, las consecuencias suelen ser negativas, afectando de forma significativa a nuestro auto-concepto y, por ende, a nuestra autoestima. Además, hay que tener en cuenta que estas tres estrategias no se pueden mantener mucho tiempo y que, de mantenerse, pueden llevarnos de una a la otra, pasando, por ejemplo, de estallar contra los demás, a hacerlo con uno mismo…
¿Existe algún modo más adecuado de gestionar nuestra vida emocional y que no tenga consecuencias tan aversivas para nosotr@s? La respuesta es, indudablemente, sí.
Imagina que pudieras coger tu vasija por las asas cuando tú lo desees, y que pudieras derramar su contenido siempre que lo deseases, para que pesase menos llevarla contigo, para no acumular emociones de forma innecesaria, para que no fuera inevitable llenarla hasta los topes…, para caer en la cuenta de que dicha vasija merece algo de atención.
La apuesta por la gestión inteligente de las emociones nos ofrece la oportunidad de manejar nuestra vasija a nuestro antojo, decidiendo en cada momento qué sentimientos y emociones deseo expresar y compartir, cuáles puedo elaborar por mí mism@ y sin ayuda, etc.
Para lograr este objetivo, uno debe primero darse cuenta de que tiene una vasija… Hemos de darnos cuenta que a veces nos cuesta gestionar nuestro mundo emocional y vamos acumulando cosas, poco a poco, que no terminamos de elaborar adecuadamente. Y es que hay que cuidar la vasija, porque repararla, en caso de ruptura, es siempre más complicado. Así que una vez hayamos conectado con nuestra vasija personal, tengo que aprender cómo gestionarla.
Cada persona ha de entrar en contacto con sus emociones y sentimientos, con cómo gestionamos nuestros particulares cocktails emocionales. Para ello, puede resultar útil seguir el siguiente proceso:
Porque el objetivo de gestionar las emociones no es otro que el de aprovechar su impulso hacia la dirección a la que realmente deseamos dirigirnos. Algunas emociones nos bloquean porque el significado que le atribuimos es absolutamente negativo, tanto, que la intensidad de la misma emoción nos impide hacer eso que, decididamente, habíamos elegido para nosotr@s.
Sin embargo, si soy capaz de conectar con lo que realmente siento, seguramente me daré tiempo de elegir lo mejor para mí, de aceptar que lo que siento es auténticamente mío; así, podremos coger por las asas nuestra vasija y derramar lo que no nos sirve, desprendernos de ello y utilizar lo que consideremos más adecuado para nuestros objetivos. Solo después de entrar en contacto con lo que siento, puedo desprenderme de ello, si así lo decido.
Tony Corredera
Director de Crecimiento Positivo
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1 comentario sobre "Vasijas Emocionales"