Llega el verano y comienza la temporada del año en la que muchas personas adquieren un ritmo de vida mucho más relajado, se toman unas semanas de vacaciones, descansan, viajan, desconectan, cambian sus rutinas, con el objetivo de recuperarse emocionalmente de los meses previos en los que sus prioridades pasaban por entornos y decisiones muy diferentes. Sin embargo, algunas personas, a pesar de buscar activamente esta recuperación, no consiguen desconectar y siguen profundizando en el desgaste emocional, aunque ya no estén en los entornos que habitualmente provocan este efecto.
Las personas pasamos gran parte de nuestro tiempo pensando en el pasado y planificando nuestro futuro, y con frecuencia mostramos cierta incapacidad para estar en el presente, para conectar con el aquí y ahora. Afrontar esta dificultad y cultivar nuestra capacidad de conectar con el presente, puede ayudarnos a comenzar ese necesario proceso de recuperación emocional que deseamos.
La Psicología Positiva, a través de la propuesta de cultivar las Fortalezas Personales, fundamenta parte de sus objetivos de desarrollo del bienestar personal poniendo en marcha en el presente acciones y actividades que nos facilitan entrar en contacto con estas fortalezas. Cuando utilizamos nuestras fortalezas, a menudo nos involucramos en acciones que son buenas para nosotros, sentimos un incremento de vitalidad, autoestima y autoeficacia, lo que multiplica directamente nuestro bienestar y nuestra felicidad percibidas.
Una de las actividades y acciones que podemos poner en marcha tiene que ver con la práctica del Mindfulness o Atención Plena, que consiste en prestar atención de forma consciente y sin juzgar a los elementos que están presentes aquí y ahora. ¿Qué significa «sin juzgar»? Significa no pensar ni evaluar demasiado si lo que está pasando se parece a algo que conozco, si dura mucho o poco esa sensación, si puedo o no puedo repetirla, etc., porque cuando entro a evaluar la situación, dejo de prestar atención plena a lo que está pasando y empiezo a prestar atención a mis pensamientos. De ahí a volver a pensar en las preocupaciones, solo hay un paso. Al principio, este ejercicio puede resultar difícil, pero es una cuestión de entrenamiento y práctica.
Vamos a utilizar un ejemplo de cómo podemos poner en marcha la técnica de la Atención Plena para ponernos en contacto con la Fortaleza Personal de la Apreciación de la Belleza y la Excelencia. Esta fortaleza nos permite sacarle todo el jugo a las experiencias cotidianas y por tanto vivirlas más satisfactoriamente:
Imagina que estás en la playa, tumbad@ sobre la arena. A tu alrededor hay bastantes personas, algunas toman el sol, otras juegan, hablan en alto, ríen… Tu atención puede dirigirse hacia elementos concretos, visuales, auditivos, gustativos, olfativos o táctiles, así que digamos que tu atención se dirige primero hacia la risa de unos niños que juegan a hacer castillos, esa pareja de ancianos paseando que observas a tu derecha, al mismo tiempo que detectas el aroma de un espeto de sardinas en un «chiringuito» cercano… Todos y cada uno de estos elementos son susceptibles de apreciación de belleza, y también puedes focalizarte en ellos, pero es mejor comenzar con uno solamente. Imagina que lo que quieres, en medio de todas estas demandas para tu atención, es escuchar el sonido de las olas. Tu objetivo por tanto, es prestar atención consciente y sin juzgar al sonido del mar.
Para ello, un buen comienzo es tumbarte boca arriba, con los ojos abiertos y empezar a prestar atención solamente a tu respiración, que ha de ser paulatinamente más suave y acompasada. Todos los estímulos de tu alrededor van a seguir llegando a ti, pero no les prestes atención, solo a tu respiración, a cómo el aire entra en tu cuerpo y después sale. A cómo el aire entra por la nariz y cómo sale suavemente por la boca. Ahora empieza a prestar atención a otros sonidos que tengan un ritmo acompasado, similar a tu respiración, y focaliza tu atención solamente en ellos, mientras sigues respirando suave y acompasadamente. Ya has localizado el sonido de las olas del mar, y ahora focaliza tu atención en este sonido, nuevamente sin juzgar, siendo totalmente consciente de él, dejando que los otros estímulos entren y salgan de tu foco atencional, y solo prestando atención a este sonido concreto…
Las fórmulas en esta misma situación son múltiples. Imaginad ahora que hacéis lo mismo pero focalizando la atención al calor que el sol genera en vuestra piel, o al tacto de la arena sobre los dedos de la mano… O imaginad otros escenarios, prestando atención de forma consciente a una conversación con vuestra pareja, o a cómo vuestros hijos juegan, o ese atardecer que cae a tu izquierda cuando vuelves paseando hacia casa cada tarde… La atención es como un músculo, y cuanto más la entrenas, más fácilmente la puedes dirigir hacia lo que tú deseas.
Nuestra capacidad para conectar con el aquí y el ahora, a través de ejercicios como el descrito anteriormente, cultivando la fortaleza de la Apreciación de la Belleza y la Excelencia, puede ser el inicio de ese necesario proceso de recuperación emocional que muchas personas desean durante sus vacaciones. Sin embargo, los beneficios de cultivar esta fortaleza y/o de practicar atención plena van mucho más allá, puesto que nos pueden conectar en diversos momentos de nuestro día a día con elementos de placer, disfrute, bienestar y felicidad, independientemente de las preocupaciones, de nuestros pensamientos sobre lo ocurrido ayer o sobre nuestros planes para la semana que viene. La clave es estar en el presente, sin juzgar.
Si nos esforzamos dirigiendo nuestra atención hacia los elementos de apreciación de la belleza que hay a nuestro alrededor, y lo hacemos sin juzgar, nos facilitará la conexión con una sensación de calma y tranquilidad, permitiendo la aparición del disfrute de ese momento, de ese instante. ¿Te animas a comenzar?
¡Disfrutad del verano, prestando atención plena y sin juzgar! ¡Nos vemos en Septiembre!
Antonio Corredera
Director de Crecimiento Positivo