Hay Días…
Hay días en los que la vida pesa más…
Hay días en los que parece que no seremos capaces de aguantar en pie más que unas pocas horas, antes de rendirnos al agotamiento de llevar caminando demasiados días, semanas, e incluso meses sin pararte a pensarte. O ignorándote, a sabiendas de que algo no marcha como te gustaría.
Hay días, en los que una conversación inocente, una pequeña confusión sin mala intención, te traspasa por completo y sientes que tu fortaleza se tambalea. Los viejos fantasmas llaman a tu puerta para recordarte que nunca se han marchado y que siguen ahí. Diferentes tal vez, pero esperándote…
Hay días en los que parece que no queda esperanza, que todo por lo que has luchado no tiene importancia, porque no ves que el mensaje haya llegado, que lo que haces no conlleva la consecución de lo que esperabas, que a tu alrededor las cosas se marchitan sin que puedas evitarlo.
Si estás viviendo uno de esos días, te comprendo: es muy duro sentirse así.
Si hoy es uno de esos días, comprende que por más que te esfuerces, quizá hoy no puedas resolverlo todo… Y que no pasa nada. Está bien no poder con todo. No creas que eres la única persona que se siente así: ahora mismo, si te has identificado con algo de lo que has leído, hay más personas que se sienten como tú. Eso no debe suponer un consuelo, necesariamente, pero sí es un punto de partida. Si le ocurre a muchas personas, quizá podríamos pensar que no estás solo en este sendero lleno de niebla.
Quizá una cosa que te venga bien hoy es alzar tu voz para hablar de cómo te sientes, para expresar tus pensamientos y emociones, para que puedas corroborar que no todo lo que estás pensando ahora mismo, es todo lo que realmente hay. Y es que algunas veces, cuando compartimos con otra persona de confianza nuestras inquietudes, nuestros sentimientos y reflexiones, solamente al escucharnos en voz alta, sucede que ya tomamos distancia de todo lo que estábamos pensando y sintiendo. Si además nos escuchan plenamente, nos dan ese espacio para expresarnos y nos ofrecen un abrazo, unas palabras de ánimo o de consuelo, de apoyo, podemos empezar a darnos cuenta de otras cosas.
Y es que también hay días en los que hacemos cosas que son impresionantes.
Hay días donde nos sentimos capaces de nadar un océano de adversidades para llegar a nuestro lugar deseado. Y las hacemos. ¿Os dais cuenta de la cantidad de tiempo que pasamos no dándole importancia a todo lo que SÍ hacemos?
Hay días en los que vemos el mundo con compasión y sentimos el deseo de ayudar a quien lo necesite de forma incesante. Y también lo hacemos.
Hay días en los que, al sentirnos así, tal vez seamos las personas adecuadas para escuchar a quien lo necesita, para apoyar, para ofrecer palabras de ánimo y consuelo a quien lo necesite.
Y creedme: todos tenemos un poco de ambos días. Puede que incluso en el mismo día.
Tal vez hoy lo que quiero transmitir es que aunque no te sientas capaz de hacer todo lo que se supone que tenías previsto, o te sientas capaz de hacer todo lo que te propongas, a todos nos puede venir bien que nos recuerden que SOMOS (del verbo SER) importantes, valiosos y significativos, más allá de que hoy seamos o no capaces de hacer…
Todos pensamos a veces que no podemos más con nuestras vidas… Y todos pensamos a veces que somos capaces de cualquier cosa que nos propongamos. Como en un círculo eterno, nos movemos entre esos dos extremos (que se acaban tocando) la mayoría del tiempo en nuestras vidas. Esos contrastes son parte de la vida, son referencias para seguir buscando un equilibrio funcional entre lo que sucede en nuestra vida y cómo lo interpretamos, entre lo que somos capaces de cambiar y lo que hemos de aprender a aceptar…
Hoy es uno de esos días. Para ti, para mí. Para alguna persona con la que te vas a cruzar hoy.
Seamos amables.
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
Learn MoreExpectativas
Durante las primeras semanas de trabajo en consulta de este 2022, muchas personas han expresado sentirse agotadas tras las festividades de las últimas navidades. Ha sido bastante habitual que muchas de ellas expresaran:
Estamos a primeros de año y ya siento un agotamiento brutal…
En las conversaciones que he tenido durante estos días, procurábamos reflexionar sobre lo que había sucedido durante las fiestas, incluso durante todo el mes de diciembre. Me contaban que habían podido reunirse con sus familias, o que no habían podido reunirse por razones relacionadas con el Covid-19; me contaban que se habían sentido extrañas, como fuera de lugar, durante las reuniones con su familia, o que habían vivido con angustia o con ansiedad los días previos a las “fechas clave”, por temor a estar contagiados y no poder reunirse.
Como he tenido muchas veces esta conversación en la última semana, os presento una versión de la misma, que creo que resulta explicativa:
- Entonces, ¿ha sido como esperabas?
- No, desde luego que no.
- ¿Cómo te habías imaginado que serían estas navidades?
- Pues… no sé, sobretodo pensaba que me sentiría bien al ver a mi familia. Fueron días muy tensos los previos a Nochevieja porque no quería faltar a la cena con la familia, pero en cualquier momento te puedes contagiar de Covid y echar al traste la reunión, con la ilusión que nos hacía desde hacía meses.
- Entonces, los días previos a la Nochevieja, estabas pensando que tal vez no podrías reunirte con tu familia. ¿Qué sentías al pensarlo?
- Bufff, angustia, como un nudo en el estómago; y miedo, y frustración, y ansiedad…
- Un auténtico “cocktail” emocional.
- Sí, y sin saber si, haciendo todo bien, no se contagiará otro familiar y no pueda venir tampoco a la cena.
- Así que también, con todo eso que pensabas y sentías, le podemos sumar la sensación de no controlar el resultado final.
- Totalmente.
- Pero finalmente, sí pudisteis estar todos juntos.
- Asi es. Nos hicimos test de antígenos y fueron todos negativos. Aunque no fuera una garantía total, al menos cenamos juntos.
- ¿Y pudiste disfrutarlo?
- No del todo.
- ¿Y eso?
- Porque era “raro”. No me sentía cómodo abrazando a mi familia, así que apenas los saludé. Los echo de menos, quiero abrazarlos, pero me da miedo que se contagien. Separamos un poco los espacios entre comensales, teníamos las ventanas abiertas, algunas personas de la familia no se quitaban las mascarillas excepto para comer. Se notaba la tensión. Era muy difícil…
- Lo describes como una alegría contenida.
- Sí. Al menos pudimos estar juntos.
- Es verdad.
- ¿Sabes una cosa? Me siento un poco culpable al decirlo así pero me parece que las navidades pasadas fueron más fáciles. Sí, fueron muy tristes y duras, es verdad, pero ya lo teníamos claro desde meses antes: nosotros decidimos que no nos íbamos a reunir.
- Quizá tengas razón y aunque fueron más tristes, el año pasado resultó más fácil. Tiene que ver con las expectativas. El año pasado asumiste que no podrías reunirte y ajustaste tus expectativas para sobrellevarlo. Este año, por lo que dices, tanto tu familia como tú teníais la expectativa de reuniros desde hace bastante tiempo, pero cuando en diciembre se dispararon los contagios de Covid-19 todos dudasteis (dudamos) de que pudiera cumplirse. Y al no poder controlar las variables por completo, ha habido una sensación de incertidumbre extrema en las semanas previas a las navidades, que se ha mantenido durante las semanas que han durado las festividades. ¿Crees que no poder ajustar tus expectativas a lo que deseabais ha dificultado la experiencia?
- Si, es así por completo.
- ¿Y ahora? Una vez pasadas estas fechas, ¿cómo te sientes?
- Totalmente agotado. No tengo fuerzas. Me cuesta todo un mundo. Es pensar en levantarme mañana y me pesa todo el cuerpo…
Obviamente, esta conversación ficticia no representa con fidelidad la diversidad de opciones que cada persona ha experimentado, pero representa bien no solo la vivencia de estas navidades para muchas personas, o el agotamiento con el que afrontan este inicio de año, sino también el efecto que las expectativas han tenidos en todos nosotros en las últimas semanas. Y no ha resultado fácil ajustarlas porque dicho ajuste pasaba por gestionar emociones diferentes: ilusión, miedo, frustración, rabia, tristeza…
Muchas personas creen que ajustar las expectativas es no esperar nada de los demás ni de las situaciones, eliminando así la ilusión y la esperanza de la ecuación. En parte, esa creencia de ajustar las expectativas a cero se basa en la supuesta eliminación de la frustración y en la posibilidad de que si luego la cosa va más o menos bien, “eso que me llevo“. Pero vivir sin esperar nada de la vida, es muy duro. No solo porque sea difícil, sino porque desequilibra nuestras percepciones, generando una sensación de que en la vida la “norma” es que pasen cosas malas y la excepción es que pasen cosas buenas. Esa sesgo cognitivo de sobregeneralización es peligroso, puesto que sienta las bases de una visión pesimista del mundo, demasiado cerrada para apreciar la posibilidad de que lo “bueno” también ocurre.
No se puede vivir sin expectativas. Cuando en 2020 afrontamos la navidad con las expectativas ajustadas sabíamos lo que podíamos esperar, lo que nos generó una sensación de control. Estás navidades, en 2021, no pudimos hacer un adecuado ajuste de expectativas por los rápidos y hasta cierto punto inesperados cambios en el número de contagios, de manera que nos ha expuesto a una incertidumbre extrema. En esta incertidumbre hay que adaptarse con más rapidez a cambios continuados, lo que implica una gestión eficiente de emociones como la sorpresa, el enfado, la frustración, ante lo que aparece novedoso. También hay que seguir viviendo y eso supone, cuando la adaptación a la situación implica aceptar una pérdida, convivir con la tristeza. Pretender no tener ninguna expectativa parte del deseo de no querer sentir nada de esto; y aunque nos empeñemos, negar que sentimos lo que sentimos, ignorar nuestras emociones, minusvalorar que las sentimos porque “no deberíamos sentirnos así” supone un enorme desgaste.
Como parte del afrontamiento de esta situación, el agotamiento se ha manifestado como falta de motivación para afrontar las tareas del día del día, pensamientos de anticipación de sobre la falta de deseo para ir a trabajar o levantarse por las mañanas, estado de ánimo triste, anhedonia en algunos casos, dificultades para conciliar el sueño, sensación de agitación o nerviosismo, dificultades de concentración, etc., todos ellos en una intensidad moderada.
Estas emociones, estas sensaciones y pensamientos, dificultan la experiencia del día a día; la tendencia a “menospreciar” dichos síntomas, a no tenerlos en cuenta porque “hay gente que está mucho peor“, solo empeora la situación. Aunque sean leves, hemos de procurar poner en marcha algunos de nuestros recursos para reducir su impacto, y no tanto para eliminarlos. Estos síntomas son una consecuencia de la situación que estamos viviendo, pero también son una parte del proceso de cambio y adaptación a la misma. Y dicha adaptación no consiste en resignarse, encogernos de hombros y decirnos: “esto es lo que hay“.
El ajuste adecuado de expectativas a la situación de incertidumbre, al agotamiento, a la vuelta a nuestra realidad, debe partir de la aceptación de lo que estamos experimentando, para poder manejarlo; pero después, también hemos de desarrollar recursos de afrontamiento óptimos: no exigirnos estar como no podemos estar, sino que, partiendo de cómo me siento, poner en marcha algunas rutinas posibles que puedan generar emociones agradables, sensaciones positivas y que faciliten la posibilidad de generar pensamientos de ilusión y esperanza.
En algunas de mis siguientes publicaciones quiero compartir mis reflexiones sobre cómo gestionar la incertidumbre, las emociones que emergen como consecuencia de vivir percibiendo esa falta de locus de control interno, así como el diseño de propuestas para lidiar con ello. Porque, quienes me conocen mejor, saben que suelo decir que “la clave del éxito está en aprender a gestionar la incertidumbre“.
Por supuesto, mis publicaciones no sustituyen en ningún caso el proceso de terapia para quien lo pueda necesitar, individualizado, exhaustivo en su evaluación y con un diseño de intervención específico de cada persona. Quiero que este 2022, el blog sea un lugar de reflexión compartida, primero conmigo mismo, pero también para toda persona que tenga ganas de de participar. Os espero.
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
Learn MoreResponsabilidad y Libertad
Hace unos meses me encargaron un proyecto para ayudar a los adolescentes a sobrellevar la situación derivada de la pandemia por el Covid-19, en el ámbito de una Escuela de Familias de un Instituto de Educación Secundaria. Una de las intervenciones giraba en torno a la Responsabilidad. Como no podía realizar un taller presencial y no podía desplazarme a dicho centro, me pidieron grabarme en vídeo hablando del tema, en formato Charla TED: breve, concisa e invitando a la reflexión.
Ante los hechos acontencidos en las últimas horas en mi país, España, derivados de la finalización del Estado de Alarma el pasado 9 de año, he decidido liberar una parte de esa charla para reflexionar aquí, en mi blog, sobre la relación entre Responsabilidad y Libertad. Y me gustaría hacerlo en primera persona, como si te lo estuviera contando a ti. Espero que te guste:
Me gustaría reflexionar contigo sobre un concepto importante pero que tal vez nunca te hayas parado a considerar. Y hoy es un concepto de máxima actualidad, porque tiene una enorme influencia en tu vida y en la mía, porque refleja cómo es nuestro mundo, nuestra sociedad compleja e interconectada. Me gustaría reflexionar sobre la Responsabilidad.
En primer lugar, me gustaría señalar algo obvio pero necesario: todo lo que decidimos hacer, todo lo que hacemos, tiene consecuencias. Nuestras acciones tienen siempre un resultado.
La Responsabilidad tiene como base la aceptación de las consecuencias de nuestras decisiones y nuestros actos. La aceptación es un paso más allá de la mera comprensión. Una persona puede comprender lo que puede llegar a ocurrir cuando toma una decisión, pero tal vez le cueste aceptarlo cuando el resultado se produce. Ser responsable supone, por tanto, aceptar los resultados que han acontecido a través de nuestras propias decisiones.
Ser responsable tiene una relación directa con tres capacidades:
- Capacidad para tomar decisiones: quien no puede o no sabe tomar decisiones, no puede ser considerado alguien responsable. Eso no significa que la persona que no puede o no sabe tomar decisiones, no tenga que asumir las consecuencias de lo que hace. Muchos comportamientos de algunas personas son irresponsables porque no se basan en una decisión consciente y racional.
- Capacidad para anticipar las consecuencias de nuestros actos: si no somos capaces de imaginar qué ocurrirá cuando decidimos algo, cuando hacemos algo, entonces tampoco estamos siendo responsables. Del mismo modo que antes, aunque no puedas anticipar las consecuencias, nada las evita, y tendrás que asumirlas igualmente.
- Capacidad para retrasar la recompensa: en muchas situaciones de la vida, los refuerzos no son inmediatos sino diferidos, aparcen tras sostener un comportamiento determinado durante un tiempo, de manera que es una muestra de responsabilidad ser capaz de esperar a que llegue la recompensa.
Ser responsables implica ir adquiriendo y perfeccionando estas capacidades, pero el no mostrarlas en plenitud, el no tenerlas desarrolladas, no nos libera del peso de las consecuencias, puesto que ellas son independientes de nuestra percepción de responsabilidad. De hecho, muchos de los aprendizajes que nos llevan a responsables derivan de la aparición de consecuencias que no esperábamos, de la experiencia de tomar decisiones cuyo resultado no nos agrada y, por supuesto, de vernos en la obligación de esperar a recibir una recompensa deseada.
La Responsabilidad depende del momento evolutivo en el que nos encontremos, puesto que al tratarse de una habilidad relacionada con la anticipación de consecuencias, es necesario un desarrollo adecuado de los lóbulos prefrontales de nuestro cerebro. Sin embargo, todos tomamos decisiones y tenemos capacidad de anticipar consecuencias desde muy temprano en nuestra vida, aunque existe y debe haber un progresivo perfeccionamiento de las habilidades que nos llevan a convertirnos en personas plenamente responsables.
Durante la adolescencia se producen modificaciones en nuestros cerebros que ayudan a ir adquiriendo una mayor complejidad en su funcionamiento, de manera que en esta etapa hemos de favorecer en lo posible la responsabilidad progresiva, adaptada a las posibilidades de cada uno, con el objetivo de favorecer la capacidad de hacerse cargo de sí mismo, por un lado, y de vivir en sociedad, por otro.
En el último año nos ha tocado vivir a todos una situación insólita, más cerca de una película de ciencia-ficción que de lo que hubiéramos esperado cualquiera de nosotros: una pandemia. Esta situación colectiva, que nos afecta a todos en todo el planeta, tiene una relación directa con el tema de la responsabilidad. Una vez confirmada la situación de pandemia, hemos tenido que ir tomando decisiones de forma jerárquica, de manera que hemos visto cómo, para no contraer el virus, enfermar o contribuir a su proliferación, nos metíamos en casa durante casi tres meses, sin apenas salir, sin ir al colegio, al instituto, o al trabajo (excepto algunos casos, los llamados trabajadores esenciales), sin ver a nuestros amigos o familiares, y observando cómo todo cambiaba ante nuestros ojos.
¿Cómo tomamos esa decisión, la de confinarnos en casa? Está claro que aquí la acción del Gobierno de España tuvo una influencia fundamental, puesto que puso en marcha el Estado de Alarma Nacional. Pero, ¿nos quedamos en casa solamente porque era obligatorio? ¿Porque temíamos las sanciones en caso de salir de casa? ¿O puede ser que comprendiéramos, desde el principio (o más adelante), que era una forma de prevenir los contagios? ¿Lo decidimos porque teníamos miedo a enfermar y morir? ¿Lo decidimos porque temíamos que enfermaran nuestros seres queridos?
Las personas que tomaron su decisión porque tenían miedo a enfermar, ¿estaban siendo responsables? En parte sí, aunque su responsabilidad era exclusivamente individual, se basaba en la anticipación de su propio sufrimiento, en la protección de su propia vida. Y eso, como hemos visto antes, está bien, dado que uno de los aprendizajes de la responsabilidad es hacerse cargo de uno mismo. Sin embargo, un aspecto más importante en el aprendizaje de la responsabilidad está más allá de nosotros mismos, tiene que ver con la capacidad para anticipar cómo nuestras decisiones afectarán a los demás. Esa responsabilidad prosocial es la que hemos de desarrollar para salir de esta situación de forma segura. Porque todos estamos conectados.
Cuando terminó el confinamiento poco a poco fuimos retomando algunas actividades cotidianas, pero con restricciones de todo tipo: usando mascarillas, lavándonos las manos con más frecuencia, procurando mantener una distancia física con los demás para evitar el contacto, e innumerables condiciones que han ido cambiando conforme las cifras iban disminuyendo o incrementando. Fue un cambio tremendo en nuestras rutinas, en nuestras costumbres más habituales. ¿Alguno de vosotros habría apostado porque llevaríamos mascarilla por la calle hace un año?
Nos adaptamos a vivir así. Es verdad que no es fácil. Es más, es muy duro. Vemos cómo nuestras vidas han cambiado radicalmente en los últimos 12 meses y no nos gusta; echamos de menos nuestro anterior estilo de vida y es comprensible. A pesar del enfado, de la rabia contenida, de la frustración, del deseo de recuperar espacios donde vivir como lo hacíamos, la mayoría seguimos comportándonos de manera que cumplimos con las restricciones, a pesar del enorme cambio que hemos tenido que asumir.
¿Por qué seguimos cumpliendo las normas, incluso cuando a veces nos han podido parecer difíciles de comprender? Porque tenemos la capacidad de anticipar consecuencias. ¿Qué pasaría si decidiéramos que, como es demasiado duro, vamos a hacer lo que nos parezca mejor para nosotros mismos? Imaginad, por ejemplo, que decido no utilizar más las mascarillas. ¿Qué ocurriría? En primer lugar, estaría asumiendo un riesgo individual, la posibilidad de ser contagiado, que enferme, que acabe en el hospital, etc. Por otro lado, podemos pensar en las posibles sanciones económicas que podría conllevar, por ejemplo, si pretendo utilizar el transporte público sin mascarilla; contando con que me dejaran entrar en la estación de metro o de tren, en el autobús, me arriesgaría a que me multaran y me expulsaran. Esta es una forma de anticipar consecuencias, de manera que podría pensar: “bueno, me la pongo para entrar en el metro y cuando salga en mi estación, me la quito”. Estaría cumpliendo las normas en ese momento sí, pero, ¿estaría siendo responsable?
Ser responsable se relaciona con la capacidad de anticipar múltiples consecuencias, sobre todo las que tienen que ver con los demás. ¿Cómo afectará mi decisión a las personas con las que vivo, con las que me relaciono, con las que voy a cruzarme cada día? Si soy completamente responsable, es decir, tomo mi decisión de forma consciente y aceptando las consecuencias de mis actos, estoy entonces asumiendo que puedo contagiarme y contagiar a quienes viven conmigo, que puedo hacer enfermar a mis abuelos y tal vez se mueran por mi decisión, que tal vez contagie a otros que a su vez hagan enfermar a otros muchos. ¿Cómo os sentís al pensar que otras personas pueden enfermar o morir por vuestra decisión y vuestros actos?
Es ahí donde la Responsabilidad Prosocial se convierte en un factor de protección en una situación como la que estamos viviendo. Cuando las personas os piden que seáis responsables os están pidiendo precisamente esto, que cultivéis la capacidad de anticipar las consecuencias de vuestras decisiones, de vuestras acciones, antes de ejecutarlas. Y, como todos vivimos en sociedad, la empatía, la compasión, la tolerancia a la frustración, la creatividad para construir nuevas formas de relacionarnos y vivir, serán recursos que tendremos que utilizar en el camino.
Quizá una de las reflexiones más importantes que podemos hacer acerca de la Responsabilidad es precisamente que está conectada con la Libertad. Vivir es una responsabilidad y ésta tiene que ver con el ejercicio de la libertad en sociedad. Aquel que es responsable, anticipa las consecuencias de sus decisiones y actos porque imagina cómo afectará a las personas de la sociedad en la que vive, y decide teniendo en cuenta lo que es mejor para sí mismo y para los demás con quienes convive en sociedad. Quien se comporta con este grado de Responsabilidad Prosocial es alguien libre. Y lo es porque acepta las consecuencias de su decisión y porque aunque no le guste hacerlo, demora la recomenpensa: acepta que, para proteger a su familia, a sus vecinos, a sus amigos, a sus conciudadanos, lo mejor es llevar mascarilla, verse menos, relacionarnos en lugares al aire libre, mantener la distancia física cuando estamos juntos, lavarse más las manos, etc.
Cumplir las normas que desde la comunidad científica se han recomendado es una muestra de la aceptación de mi Responsabilidad Prosocial. Decidir demorar mis deseos de contacto social, de llevar a cabo las actividades de ocio que antes podía hacer cuando quería, limitar mis actividades porque tengo en cuenta el impacto que tendrán en mi familia, en mi barrio, en mi comunidad, es un acto de Libertad y de Responsabilidad. Van unidas y son inseparables. Quien no actúa con responsabilidad no es libre.
Dado que como todas nuestras decisiones y acciones tienen consecuencias, aplicar nuestra Responsabilidad Prosocial es la manera más eficaz de influir positivamente en la convivencia con los demás. Podemos actuar sin pensar en qué vendrá a continuación, o podemos pensar solamente en nuestro beneficio, sin importar las consecuencias, y estaremos actuando de forma irresponsable. Pero estoy bastante seguro de que la mayoría de vosotros sois personas que deseáis dejar una huella positiva a vuestro alrededor, que deseáis encontrar un camino en el que influir de forma constructiva en el mundo en el que vivimos. Muchos de vosotros estaréis involucrados, de una manera u otra, en alguna causa de algún tipo. En la situación de pandemia mundial en la que estamos involucrados, son todas las tensiones que estamos experimentando en el último año: ¿de qué forma te gustaría contribuir a construir nuestra convivencia?
Tras lo vivido en los últimos días he pensado mucho si debía seguir “guardando” esta reflexión o compartirla para quien desee leerla. Finalmente he decidido omitir un par de párrafos, que estaban destinados al grupo de personas concreto a quienes me dirigía inicialmente. Es un texto sin ninguna pretensión, salvo tal vez invitar a reflexionar sin rabia, sin odio, sobre cómo podemos posicionarnos y seguir viviendo juntos, sintiéndonos seguros y respetando nuestras diferencias. Necesitamos utilizar nuestra autorregulación emocional y ponerla al servicio de la convivencia con los otros. Entiendo el cansancio de todo esto, entiendo el enfado por las diferentes razones que nos llevan a ello, pero seamos responsables y pensemos que juntos, entre todos, cuidándonos mutuamente, llegaremos antes a un escenario donde poder disfrutar de nuevo de todo lo que hemos estado demorando. Y al hacerlo así, también seremos libres.
Tony Corredera.
Learn More¿Por qué es importante la Felicidad en tiempos de Coronavirus?
Tras un año de pandemia, las personas de todo el planeta estamos observando cómo han cambiado nuestras vidas durante todos estos meses. Además de la fatiga, el hartazgo y el miedo que seguimos experimentando como consecuencia de la situación, pero también como consecuencia de la Responsabilidad que asumimos para seguir adelante con nuestras vidas, uno de los factores más “olvidados” y al mismo tiempo más presentes de forma invisible es nuestra Salud Mental.
Nuestro bienestar psicológico depende de ciertos factores que la pandemia y las medidas para evitar el contagio de este virus han modificado profundamente. Nuestra felicidad parece haber sido relegada a un plano en el que se ha vuelto imperceptible, en la que solo su mención parece más superflua que nunca, y en la que aunque estemos preocupados por su ausencia, no nos permitimos ni mencionarla.
Hay varios factores que me gustaría nombrar que influyen poderosamente en nuestro bienestar y en la percepción subjetiva de felicidad, y que tal vez sea más necesario que nunca tener en cuenta para seguir con nuestras vidas de la mejor manera posible:
- La Pérdida de Reforzadores: confinamientos domiciliarios prolongados, restricciones de movilidad, uso de mascarillas, etc., han sido algunas medidas para protegernos del virus y han supuesto que hayamos visto cómo disminuían nuestros reforzadores (aquellas situaciones, aquellos estímulos, aquellas acciones que poníamos en marcha para experimentar emociones positivas, bienestar y felicidad).
Nuestros estilos de vida anteriores a la pandemia se han modificado y eso ha afectado a la disponibilidad de esos reforzadores: ya no salimos tanto, ni de la misma manera, ni nos sentimos igual de seguros al hacer algunas de esas actividades. Donde antes afrontábamos una adversidad, un mal día o una mala racha quedando con unos amigos a cenar, yendo al cine, o saliendo a bailar, ahora vemos que, o no se puede hacer, o nos pensamos mucho hacerlo para evitar riesgos. Donde antes planificábamos nuestras actividades de ocio con antelación, o las improvisábamos, con el objetivo de divertirnos y sentirnos bien, ahora nos planteamos si es responsable llevarlas a cabo.
La pérdida de reforzadores influye en nuestro estado de ánimo de forma poderosa, ya que supone un agotamiento de las experiencias acumuladas sin que exista la posibilidad de volver a experimentarlas de forma inmediata o a medio plazo.
- El Capital Psicológico Acumulable: así es como la Doctora Barbara Fredrickson llamaba al “efecto” que las emociones positivas tienen sobre nosotros. Cuando experimentamos emociones agradables “llenamos” la cuenta de nuestro capital psicológico, sentimos bienestar, estamos llenos de vitalidad, energía y preparados para afrontar nuestras vidas.
Si nos tenemos que enfrentar a una adversidad, nuestro capital psicológico influye en cómo vamos a afrontar esa situación: si nuestro capital psicológico está en “números rojos”, es posible que nuestro afrontamiento sea más difícil, porque percibiremos que la situación es desesperante y que no tenemos margen de error. Imagina que tras gastar tu sueldo en tu hipoteca, la comida, los gastos de la casa, etc., de pronto se avería el coche y no tienes dinero ahorrado para afrontar ese gasto. Si el coche te hace mucha falta para, por ejemplo, ir a trabajar, es posible que esa adversidad sea muy estresante, te lleve a tomar decisiones que tal vez conlleven futuros problemas (pedir un préstamo, por ejemplo), etc.
Sin embargo, si tenemos “ahorros” en nuestra cuenta, aunque no nos guste estar en esa misma situación y sea desagradable, estaremos más tranquilos a la hora de tomar decisiones y afrontar la adversidad. Esta metáfora ilustra la importancia del Capital Psicológico en nuestras vidas; divertirnos, hacer actividades agradables, sentir emociones agradables, tiene la función no solo de incrementar el bienestar, sino de generar un repertorio de recursos de afrontamiento ante la adversidad.
La pérdida de reforzadores y la baja disponibilidad de otros reforzadores, ha supuesto que hayamos ido “vaciando” nuestro capital psicológico acumulable y que como resultado de la combinación de ambas variables (1 y 2) el estado de ánimo haya ido fluyendo progresivamente hacia la tristeza, la desesperanza, la desmotivación y la desilusión.
- Sensación de Control y Dominio: sentir control sobre nuestras vidas, percibir que nuestras decisiones tienen una influencia en los resultados de nuestras vidas (lo que conocemos como Locus de Control Interno), es esencial para nuestro equilibrio emocional, para nuestro bienestar psicológico subjetivo. Si hay una experiencia común en la mayoría de las personas durante la pandemia, de forma puntual o estable, es la Indefensión Aprendida: la sensación de que haga lo que haga, nada depende de mí, así que, ¿para qué intentarlo?
La Indefensión Aprendida tiene una relación directa con la Depresión, tal y como los Doctores Martin Seligman y Steve Mayer demostraron con sus experimentos el siglo pasado. La sensación de Indefensión nos genera la percepción de que no podemos controlar nuestras vidas, y esa pérdida de control afecta también a nuestros estados de ánimo, a nuestra capacidad para actuar en nuestras vidas y tratar de hacer cambios que faciliten nuestro bienestar. A través de esta experiencia creamos la percepción de que dependemos totalmente de las circunstancias, que no podemos hacer nada para sentirnos mejor, para cambiar algo de la ecuación.
- La Pérdida de Esperanza e Ilusión: la Esperanza y el Optimismo son dos caras de la misma moneda, tienen que ver con la disposición a pensar y creer que en el futuro las cosas serán positivas, agradables o constructivas. Si perdemos la Esperanza, posiblemente comencemos a percibir que el futuro traerá únicamente eventos desagradables para nosotros, lo que también repercute de forma muy directa en nuestro estado de ánimo.
Para mí, el Optimismo es como el motor de un coche, puesto que se trata de un complejo entramado cuyo funcionamiento equilibrado es esencial para que el vehículo funcione. Concretamente, el Optimismo se basa en los Estilos Atribucionales, la tendencia a atribuir a causas Internas/Externas, Permanentes/Temporales, Globales/Específicas, aquello que me ocurre en la vida. En función de la situación una combinación de esos tres factores de atribución de responsabilidad me ayudará a sentir por un lado control (depende de mí) y por otro la creencia de que las cosas tenderán a ir “bien”.
Sin embargo, el coche con el motor en perfectas condiciones no puede funcionar sin gasolina. El combustible es la Esperanza. Y la Esperanza se basa en nuestra capacidad para creer en que el futuro será bueno para nosotros (tanto individual como colectivamente). La Esperanza puede ser una creencia basada en hechos contrastables o basada en algo más intangible, menos racional; en cualquier caso, puede ser un elemento tremendamente funcional para adaptarnos a situaciones de adversidad. Creer que no va a durar, que vamos a salir de esta situación, es un factor que puede ayudar a poner en marcha las acciones necesarias para salir de la misma.
Optimismo (el motor) y Esperanza (el combustible) nos ayudan a movilizar nuestros recursos orientados al cambio, a la adaptación a las circunstancias.
Con todo este panorama que he descrito hasta aquí, vuelvo a la pregunta del principio: ¿por qué es importante la felicidad en tiempos de coronavirus? Aunque la felicidad sea un concepto subjetivo, porque para cada uno puede ser una cosa diferente, creo que es importante tenerla en cuenta en este momento porque supone una reflexión sobre aspectos importantes para nosotros mismos y para quienes nos importan. No hablo aquí, por supuesto, de una felicidad hedónica, basada en el propio placer (aunque el propio placer sea también un elemento importante, en equilibrio con la responsabilidad ante la situación compartida entre todos), sino de una Felicidad Eudaimónica, basada en aspectos más trascendentes de nuestra existencia, en conexión con las personas que nos rodean.
Me he encontrado durante estos meses con personas que, como consecuencia de la “caída” de los 4 pilares analizados anteriormente, ha empezado a plantearse preguntas sobre el sentido de su vida: ¿para qué estoy aquí?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿para qué todo esto? Con un desgaste emocional evidente, una pérdida de reforzadores brutal, la falta de esperanza e ilusión en el futuro, más un capital psicológico agotado, esas preguntas son mucho más difíciles de responder de forma constructiva. La sombra de la depresión planea sobre muchas personas precisamente porque se combinan todas estas variables.
Tener en cuenta nuestra felicidad, en ese estado depresivo, es algo que posiblemente no vamos a poder realizar. Es como querer empezar la casa por el tejado. Sin embargo, es esencial entender que desarrollar una serie de medidas para equilibrar las variables antes analizadas, para mejorar en esos aspectos, tendrá un impacto en nuestra felicidad y nuestro bienestar. Poco a poco, desarrollando esos aspectos, nos acercaremos a una reflexión necesaria sobre la importancia de cuidar nuestra felicidad y la de quienes nos rodean.
Pero para acercarnos a esa reflexión, es importante empezar a tomar medidas que nos ayuden a desarrollar nuestro Capital Psicológico Acumulable, a través del incremento de Reforzadores en nuestro día a día, al mismo tiempo que tomamos decisiones que faciliten un incremento de la sensación de Dominio que faciliten el desarrollo de creencias más Optimistas respecto a nuestras posibilidades de futuro, lo que redundará en una mayor Esperanza para nuestras vidas:
- Aumentar los Reforzadores: aunque muchos de los reforzadores que habitualmente han formado parte de nuestro estilo de vida ya no estén disponibles (por confinamientos, por responsabilidad, por miedo), puede ser importante comenzar a tener en cuenta otros reforzadores que sí estén disponibles a nuestro alrededor, otorgándoles un mayor valor en nuestro bienestar:
- Hacer un listado de actividades agradables, tanto disponibles como no, y ver cuáles puedo poner en marcha de forma inmediata, cuáles puedo poner en marcha en el plazo de 3-6 meses, y cuáles tengo que aceptar que por ahora no podré realizar.
- Incrementar la apreciación por los reforzadores “pequeños” o que nunca había puesto en marcha con anterioridad. Asimismo, incrementar la apreciación por aquellas situaciones que sigo llevando a cabo pero que hago de forma diferente (por ejemplo, en lugar de ver personalmente a un amigo, hablamos por videollamada).
- Llevar a cabo un registro de actividades agradables y valorar el grado de satisfacción que me generan ponerlos en marcha.
- Incrementar el Capital Psicológico: relacionado con las medidas que acabas de leer, podríamos ir recuperando capital psicológico progresivamente, aunque la valoración de cada acción o situación no sea muy intensa, con el tiempo podríamos encontrar una suficiente “acumulación” de experiencias agradables que modifiquen el Estado de Ánimo. Y será importante para mantenerlas en el tiempo la introducción de herramientas que contribuyan a cambiar la mirada de estas actividades y eventos, para incrementar la apreciación de las mismas.
Cuando se trata de las experiencias positivas y agradables, muchas personas creen que estas deben ser “extraordinarias” para ser tenidas en cuenta, de manera que las cosas pequeñas y perfectamente disfrutables pasan “desapercibidas” o no son tenidas en cuenta. Por tanto, aumentar cuantitativamente los reforzadores y aumentar la apreciación de los eventos, situaciones o acciones que generan sensaciones agradables, serían dos medidas para incrementar el Capital Psicológico Acumulable.
Desarrollar estas medidas no hace que desaparezca la adversidad, pero contribuye a hacerla más llevadera, más soportable… Y además, con el paso del tiempo tendrán un impacto positivo sobre nuestro Estado de Ánimo, que tendrá un mayor equilibrio, con menos “bajadas y subidas”, ayudando así a incrementar la sensación de control y dominio.
- Modificar la Percepción de Control: para enfrentarnos a la Indefensión Aprendida que hemos mencionado anteriormente, la combinación de propuestas anteriores ayudará significativamente a mejorar la percepción de control y dominio. Aprender a ver las adversidades desde una perspectiva que combine las siguientes variables como internas, específicas y temporales será esencial para generar más sensación de control. Del mismo modo, si vemos los éxitos que tenemos a través de nuestras acciones desde una perspectiva que combine las variables internas, permanentes y globales, entonces sentiremos que somos capaces de influir en lo que sucede en nuestras vidas, de forma equilibrada.
“La clave del éxito está en aprender a manejarse dentro de la incertidumbre”.
Como señala el propio Martin Seligman, lo que se aprende a lo largo de nuestras vidas no es la Indefensión, sino el Control. Aprendemos a tener control en situaciones de incertidumbre y eso genera sensación de control, lo que redunda en un incremento de nuestra Esperanza. De hecho, él mismo lo llama el “Circuito de la Esperanza“.
- Planificar Metas que generen Ilusión y Esperanza: tras todo este año tan complicado, con tantos cambios, nos cuesta muchísimo pensar en el futuro, tanto a medio como a largo plazo. Es completamente comprensible que sea así, dado que no sabemos cuándo las cosas mejorarán o volverán a parecerse a la vida que llevábamos antes.
Sin embargo, para ayudarnos a gestionar toda esta situación, no solo será importante incrementar el Capital Psicológico o generar mayor Sensación de Dominio y Control, sino que también hemos de empezar a planificar algunas metas ilusionantes a medio y largo plazo (teniendo en cuenta que el medio y largo plazo será en este caso entre 2 y 6 meses). Ilusionarnos con una salida al campo para hacer una ruta de senderismo (a medio plazo), o tal vez un viaje a alguna ciudad para pasar unos días de vacaciones (a largo plazo), podrían ser metas factibles que ayuden a incrementar la Esperanza en un futuro mejor.
Las 4 variables que he analizado se basan en la observación que he realizado durante el último año en mi trabajo en la consulta, no pretendo nada más que compartir mi experiencia profesional y algunas recomendaciones que han provocado cambios positivos en las personas con las que he estado trabajando. La lectura de esta reflexión sustituye, en ningún caso, la petición de ayuda profesional si estás pasando por un momento delicado.
Por todo esto me parece que es importante tener en cuenta la Felicidad en estos tiempos, porque está vinculada a aspectos que pueden ayudarnos a llevar esta situación de forma más constructiva, a tener más control en la situación, a gestionar toda esta incertidumbre en la que estamos viviendo. Tener en cuenta la Felicidad y el Bienestar, incluyendo entre otras las variables mencionadas pueden ayudarnos en esta transición hacia nuevos Estilos de Vida que aún están por llegar.
En este 2021, tras el desgaste de 2020, creo que es importante que el discurso de responsabilidad y paciencia, se combine con una serie de medidas que faciliten la aceptación de los cambios que están sucediendo, al tiempo que alimentamos la Esperanza de que la situación mejorará y nuestras vidas serán más plenas y satisfactorias. Y esta Esperanza no solo debe basarse en el deseo de recuperar nuestras vidas pasadas, porque claro que iremos recuperando espacios, vínculos y actividades, sino porque habremos aprendido nuevas formas de observar nuestro bienestar, nuevos caminos para buscar nuestra felicidad.
Esa es mi Esperanza particular, mi deseo para todos nosotros: que seamos capaces de aprender nuevas maneras de vivir, más sencillas, más orientadas a las relaciones constructivas y significativas.
Tony Corredera.
Learn MorePamplona en Positivo 2018: Día 2
“Un amigo es alguien que ve en ti más posibilidades de las que tú mismo ves, alguien que te ayuda a ser la mejor versión de ti mismo“.
Sheryl Sandberg
Tras las intensas emociones experimentadas en la Jornada del día 19, el sábado 20 de octubre prometía ser igual de intenso. Para ese segundo día, Iosu Lazcoz y el equipo de Pamplona en Positivo habíamos ideado un itinerario de talleres que podía experimentarse de diferentes maneras: se podía elegir asistir a todos, o solamente a aquellos que fueran de verdadero interés para uno mismo. Diseñamos una hoja de ruta con 5 talleres, que daba comienzo a las 11 de la mañana y que terminaría sobre las 20:30, organizados de tal manera que daba tiempo a desplazarse por Pamplona para asitir a todos y cada uno de ellos. El reto, para la organización, ha sido enorme y apasionante a partes iguales. Una ciudad entera, a través de algunos de sus lugares más emblemáticos, daba cabida a esta idea de empoderar a las personas con recursos psicológicos basados en la evidencia. ¿Verdad que suena bien?
Mientras desayunábamos, Iosu y yo recibimos la primera gran noticia del día a través de un mensaje de Belén Galindo: el Diario de Navarra nos había dedicado una página entera del periódico del sábado a la Jornada del día anterior, en el Museo de Navarra. Y para mi sorpresa, ¡el artículo entero estaba dedicado a mi ponencia! ¡Qué ilusión y qué manera de empezar el sábado! Si ya estaba motivado por el ser el primero en abrir la jornada de talleres del sábado, esta noticia me subió en una nube de emociones positivas de la que ya no pude bajar en todo el día. Podéis leer el artículo pinchando aquí.
Cuando se organizan talleres como los que habíamos ideado, tras una intensa jornada como la del viernes, siendo el primero del sábado, y se ofrecen de forma gratuita, como era el mío, uno siempre tiene dudas sobre si habrá suficientes personas para realizarlo. En este caso las dudas se disiparon minutos después de llegar al Café Iruña, donde ya nos esperaban tomando café unas 10 personas; habíamos reservado el famoso “Rincón de Hemingway“, con la idea de ponerme tras la barra de ese rincón, a impartir mi taller “Creando Relaciones Positivas“.
Llevo años trabajando en este ámbito, documentándome y desarrollando ideas basadas en mi experiencia como psicólogo; muchas consultas, tanto de tipo de individual, como de pareja o de familia, tienen como objetivo principal mejorar las relaciones. Dado que para este taller disponía de 1 hora únicamente, traté de hacerlo lo más dinámico posible, dando un pequeño encuadre teórico inicialmente, para después ofrecer recursos de creación, mantenimiento y gestión de las relaciones humanas con un objetivo compartido: crecer dentro de las relaciones. Estar detrás de una barra de cafetería impartiendo un taller, sin material audiovisual de apoyo, con los asistentes repartidos en los diferentes rincones de esa sala, algunos sentados, otros de pie, compartiendo risas y aprendizajes, ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida. A todas las personas que estuvisteis allí esa mañana: ¡GRACIAS!
El segundo taller del día, “Valores Navarros en Clave Musical“, fue impartido por Edita Olaizola, en colaboración con dos maravillosas violinistas del Conservatorio Pablo Sarasate y celebrado en el Nuevo Casino de la Plaza del Castillo. Tras una encuesta realizada unos meses antes del evento, Edita nos sorprendió a los asistentes con una reflexión sobre los valores que los propios navarros destacan de sí mismos como conjunto; cada reflexión a la que nos invitaba Edita suponía realmente un profundo pensamiento acerca de la importancia de conocer los valores para desarrollar sentido de pertenencia a un grupo. ¿Cómo no sentirse orgulloso de las personas de navarra tras este taller? Por supuesto, la música que acompañó al taller fue sencillamente maravillosa: talento musical, que estremece la piel, al servicio de una fascinante reflexión dirigida por Edita.
Tras esto, parada para comer. Y, nuevamente, igual que en la jornada anterior, ponentes y asistentes, todos juntos, compartiendo unos pinchos, unas risas y muchas emociones positivas.
Lo cierto es que no podíamos relajarnos mucho porque tras la comida teníamos que trasladarnos al Castillo de Gorraiz, donde la fantástica Cristina Rubio nos esperaba para impartir su taller “Menú Optitud“: una pequeña disertación sobre aquellos alimentos que potencian la acción de la serotonina en nuestro cerebro y facilitan las emociones positivas. Además, el taller contaba con la presencia de uno de los Chefs del hotel, que tuvo a bien enseñarnos a preparar una receta en directo.
Fue también un momento muy interesante y agradable (y sabroso, estaba realmente rica la ensalada de salmón), puesto que este Chef era un ejemplo de Resiliencia y capacidad para buscar nuevos horizontes en su vida. Siempre he pensado que una jornada de formación, sea cual sea el formato, el momento más delicado viene después de la comida; a los asistentes suele entrarles algo de sueño y esto dificulta volver a coger el ritmo. Sin embargo, Cristina nos enganchó rápidamente a su propuesta, que fue muy dinámica y entretenida.
Tras este taller, el grupo que estaba compartiendo todos los talleres del día se trasladó a La Catedral de Pamplona donde tendrían lugar los dos últimos talleres; el diseño de la jornada permitía ir a todos los talleres, como dije antes, así que el nivel de intimidad, emoción positiva compartida y complicidad iba creciendo entre quienes estábamos acudiendo a todas las propuestas.
El siguiente taller, “La Optitud: ¿se nace o se hace?” fue planteada como una conversación entre Iosu Lazcoz, creador del concepto Optitud, y la periodista Belén Galindo. Asimismo, servía para presentar en sociedad los dos nuevos libros de ambos: Iosu presentaba “Optitud ante la Adversidad” y Belén “Gente Op“. Fue una conversación deliciosa, alejada de una “venta de libros” al uso. Ambos compartían sus vivencias y experiencias relacionadas con la Optitud, de manera que haciendo gala de su generosidad, nos ofrecieron algunas claves que han descubierto en sus viajes, en sus trabajos, en sus vivencias, para una vida más plena y feliz.
Cuando terminó este taller, mientras preparábamos las cosas para el último del día, caí en la cuenta de que llevábamos sin parar de compartir aprendizajes más de 8 horas, un grupo de al menos 20 personas. En cada taller había personas que no iban a todo, pero se mantenía ese grupo que estábamos compartiendo cada momento. A mi, personalmente, me parece impresionante que las cosas se dieran así.
El último taller fue toda una sorpresa para mí. Quizá porque no sabía qué esperar, aunque Iosu me había hablado de maravilla del mismo. “Positive Wine Sweetology” fue una sorpresa no solamente por el contenido, un planteamiento totalmente distinto al de una cata normal y corriente, sino porque sus ponentes, el propio Iosu Lazcoz y Javier Bañales, supieron utilizar las metáforas adecuadas sobre el cuidado del vino y el cuidado de las personas: tal vez necesitemos cosas similares y al mismo tiempo conviene invertir los valores en la ecuación. Valorar un vino por sus cualidades positivas en lugar de por sus defectos tiene el mismo impacto que valorar a una persona por sus fortalezas en lugar de por sus errores. La reflexión de Javier, desde su experiencia como enólogo, nos orientó hacia una reflexión sobre lo que importa en la relación con las personas: respeto, cuidado, valoración y disfrute compartido. Un lujo de taller, en el que, por supuesto, pudimos disfrutar del “maridaje” de vino y dulces.
Tras los meses que han pasado desde que terminó Pamplona en Positivo, creo que no puedo sino confesar que lo que hemos vivido ha sido un acto de generosidad de Iosu Lazcoz, en el que hemos podido conocerle mejor, a través de la propuesta de una jornada de 2 días y en la que se han podido observar algunas de sus mejores cualidades: generosidad, trabajo en equipo, liderazgo, capacidad de amar, sentido del humor y mucha vitalidad.
Desde aquí quiero darte las GRACIAS, así en mayúscula, por la oportunidad maravillosa de vivir esta experiencia, de sacarle todo el jugo, de conocer a personas maravillosas que ya forman parte de mi corazón. Estamos acostumbrados a concebir 3 grandes objetivos para una vida plena: tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol. No es que me parezca mal como planteamiento. Sin embargo, Iosu ha alcanzado la excelencia con este regalo que pudimos experimentar el 19 y 20 de Octubre: compartió su alma con nosotros y nos facilitó un escenario donde dar lo mejor de nosotros mismos, donde todos fuimos aprendices y maestros, donde compartimos lo mejor de la vida y lo vivimos con total plenitud: las relaciones humanas.
Tony Corredera
Director de Crecimiento Positivo
Learn MorePamplona en Positivo 2018: Día 1
“Las Emociones Positivas son el Capital Psicológico Acumulable“.
Barbara Fredrickson.
Siempre he pensado que las personas anhelamos conectar con los otros. Deseamos tener auténticos encuentros en los que percibimos una conexión de verdad con otra persona y con la que podamos expresar y compartir cómo realmente somos. Queremos sentir con los demás. Sentir a los demás y que nos sientan.
Hace tiempo que sospechaba que compartir nuestras emociones más bonitas multiplica sus efectos en nosotros y en quienes forman parte de una experiencia positiva compartida. Tras lo que hemos experimentado en el evento Pamplona en Positivo, llego a la conclusión que compartir la alegría, la ilusión, la esperanza, el amor, provocan en nosotros un sentido de conexión profundo y palpable.
Este post es un pequeño homenaje, en forma de crónica, de mis experiencias antes, durante y después del evento. Este post está dedicado a las personas que formaron parte del evento, de un modo u otro, y que, como lo vivieron en primera persona, comprenderán gran parte de mis palabras.
En la noche del 18 de octubre, Iosu Lazcoz organizó una cena en la que coincidíamos al mismo tiempo y por primera vez todas las personas que han hecho posible Pamplona en Positivo: organizadores, ponentes y patrocinadores nos conocíamos en persona compartiendo platos en el Castillo de Gorraiz, que tuvo el maravilloso detalle cómplice de ofrecernos un menú “Gorraiz en Positivo”.
Durante la cena, la sensación de conexión entre las personas que estaban a mi lado fue instantánea: personas de diferente origen, con trabajos distintos, con trayectorias muy particulares, pero que teníamos en común un deseo de compartir, ayudar y mejorar las cosas. A mi lado, Juan Manuel nos contaba a todos su proyecto “Sonrisas de Comida“; escuchando atentamente, frente a mí, Joaquín y Cristina, de Cafés Afortunato, que después nos contarían cómo a través de su empresa ofrecen empleo a personas con enfermedad mental crónica. A mi otro lado, Yolanda, una maravillosa cantante que compartía con nosotros su experiencia; y frente a ella, Ignacio, todo un catedrático y decano de la facultad de Económicas, nos contaba su maravillosa labor más allá del puesto, ayudando a los estudiantes.
El resto de la mesa, a cuyas conversaciones no podía atender, como es lógico, lo completaban personas igualmente admirables: Belén, Edita, Cristina, Paco, Sonia, José Antonio, Danny… El brindis final por parte de Iosu suponía un colofón a una noche que presagiaba un fin de semana inolvidable para nosotros y para las personas que nos acompañaron.
Nunca me había resultado tan difícil describir un suceso como lo que sucedió el pasado 19 de octubre. En un marco impresionante, el Museo de la Universidad de Navarra, Pamplona en Positivo daba la bienvenida a los asistentes con un hilo de fondo: “Oh, happy day!“, tan pegadizo como oportuno por todo lo que estábamos a punto de vivir.
Paco Rivero, el presentador del evento y una persona valiente y admirable, nos ofrecía un toque muy personal, emotivo y diferente cada vez que presentaba a los ponentes. Su mezcla perfecta de seriedad y sentido del humor, su capacidad para jugar y emocionar, sirvieron para guiar a los asistentes en este camino de forma inspiradora. Paco no solo mantuvo el interés de los asistentes durante toda la jornada, sino que consiguió hacer reír, jugar y divertirse a los asistentes en cada una de sus intervenciones.
Mi amigo Iosu Lazcoz fue el primero, y lo cierto es que no podíamos tener un arranque más potente que este: el ideólogo y motor de esta experiencia, nos ofreció algunos caminos a través de los cuales vivir una vida más plena, satisfactoria y feliz, desarrollando y potenciando nuestra Optitud. Su alegría, seguridad y sentido del humor fueron el mejor modo de comenzar este viaje. Cualquier cosa que escriba aquí sobre el papel de Iosu se va a quedar corta, porque su ponencia, que fue genial, no hace justicia al trabajo “invisible” que ha desarrollado, en el que ha hecho gala de sus mejores fortalezas: optimismo contagioso, humor para los momentos malos y los buenos, capacidad de amar a cada persona que ha participado, haciendo que nos sintiéramos importantes y engrasando las relaciones entre nosotros cuando se producía algún desajuste. Has estado simplemente impresionante. ¡Gracias amigo!
Sonia Yanguas fue la siguiente ponente, la primera historia de superación de la jornada. Nos contó su viaje, su transformación, y algunas claves importantes, su particular caja de herramientas, que le sirvieron para superar la adversidad. Sonia le dio continuidad a la intervención de Iosu y, tal y como él había conseguido desatar carcajadas con su humor, Sonia ofreció mensajes que emocionaron a los asistentes.
Sonia demostró que tiene el don de la palabra, y también una maravillosa capacidad para la autogestión de sus emociones: me confesó antes de empezar lo nerviosa que se sentía, pero ¡quién lo diría tras escucharte inspirar a los asistentes con tu historia! Gracias Sonia, por ponerle tanto cariño a este proyecto.
Me tocó a mí continuar con mi ponencia. ¡Qué os puedo decir! Quienes me conocen saben que me encanta la formación, que nunca me ha pesado ponerme frente a desconocidos a compartir lo que sé. Y también debo confesar que nunca había estado delante de 320 personas escuchando en silencio mis palabras. Nuestro objetivo, desde que planteamos esta maravillosa locura, era ofrecer a los asistentes mensajes inspiradores basados en los hallazgos científicos relacionados con la psicología positiva. En junio, Iosu me había pedido que asumiera la responsabilidad de la Dirección Científica del evento, de manera que para mí era muy importante mantener ese equilibrio: ofrecer información útil basada en la evidencia, expresados a través de mensajes inspiradores. Puedo confirmar, por las reacciones de las personas a las dinámicas propuestas y al cariño recibido durante todo ese fin de semana por parte de los asistentes, que conseguí este objetivo. No os miento cuando afirmo que este ha sido uno de los mejores momentos de mi vida profesional y personal. ¡Gracias por todo lo que hemos compartido!
Llegó el descanso y con él la primera oportunidad de interactuar con los asistentes. Más allá de las felicitaciones, que siempre son agradables y que agradecí muchísimo, observé mucha alegría, conversaciones animadas sobre lo que habían escuchado durante las primeras dos horas.
Fue muy bonito y especial ver la facilidad con la que se establecían conexiones; en el breve tiempo de descanso tuve 3 conversaciones emotivas con 3 personas difererentes, que se animaron a compartir conmigo historias personales, sus proyectos, expresando gratitud por lo que estaban viviendo este día. Gracias Marian, Estela y María.
Tras el breve receso, llegaba el turno de Ignacio Ferrero, Decano de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra, del que ya hice un breve comentario más arriba. Su intervención fue emocionante, por el modo tan personal con el que comenzó, y por la fascinante propuesta que nos lanzaba: la felicidad en el trabajo orientada al desarrollo de virtudes éticas. De todo el equipo de ponentes que formó parte de Pamplona en Positivo, tanto del día 19 como del día 20, al único que no conocía (bien en persona, bien a través de redes sociales virtuales) era a Ignacio. Y ha sido todo un descubrimiento, no solamente por el interés que me despierta su trabajo, sino sobretodo porque es una buena persona, con todo lo que eso significa. Gracias Ignacio por tu generosidad.
Llegó el turno de Juan Manuel Pedreño, posiblemente el momento más emotivo de la mañana, cuando nos contó su proyecto “Sonrisas de Comida”. Cuando la humildad es una virtud ésta se muestra sin necesidad de aparentar nada. Así es Juanma, una persona que no necesita demostrar nada; sus acciones silenciosas, sin buscar publicidad, y que quiso compartir con los asistentes hablan por sí solas de Juanma y de su proyecto. Cuando la prensa ha comenzado a hacerse eco de su solidaridad y de su proyecto, él ha querido participar activamente con un solo objetivo: llegar a más personas que puedan necesitarlo. Iosu y yo estábamos sentados durante su ponencia en la parte de atrás del anfiteatro, y ambos soltamos alguna lagrimilla de emoción al escuchar esta historia de adversidad, de superación y de generosidad, que representa a muchísimas familias no solo de Pamplona o del resto de España, sino posiblemente de todo el mundo. Muchas gracias, Juanma, por tu activismo incansable.
A continuación vino el descanso para comer. Una vez más, la espontaneidad de las personas que hemos participado en este evento, más allá de los roles, hace de Pamplona en Positivo algo especial; he asistido a infinidad de jornadas y congresos en mi vida. Siempre he pensado que no me gusta cómo los ponentes se “diferencian” de los asistentes y toman distancia, comen aparte, apenas cruzan palabra más allá de las “felicitaciones” pertinentes, etc. Aquí, sin pretenderlo, se rompieron esas “barreras” y fuimos a comer un grupo de personas juntas, algunas éramos ponentes y otras eran asistentes.
Recalco esta parte, como la del descanso y la de la cena pre-congreso, porque me parece esencial para comprender Pamplona en Positivo y la experiencia fantástica que hemos compartido. Personas conectando con personas, escuchándose, ayudándose, comprendiéndose, emocionándose, JUNTAS.
Tras la comida, Edita Olaizola nos dio una clase magistral sobre cómo el uso de las metáforas puede resultar inspirador, utilizando algunas referencias basadas en obras de arte; y no solo eso, también tuvo que demostrar cómo se gestiona la adversidad en directo, puesto que tuvimos algunos problemas técnicos justo en este punto del día.
Conozco a Edita desde hace algunos años y cada interacción con ella, cada vez que la escucho o que leo sus artículos, me invita a una reflexión profunda, desde el uso de elementos sencillos. Esa capacidad la convierte en alguien muy especial, una sabia que te enseña algo importante casi sin que te des cuenta. Gracias Edita, por tu arte, tu saber y tu gran sentido del humor.
El bloque de ponencias del día lo terminó Danny Imízcoz, que también fue uno de los organizadores del evento. Danny quiso participar hablándonos de su historia de superación, en la que nos contó cómo afrontó la pérdida de su madre, al mismo tiempo que otras áreas de su vida se venían abajo. Su mundo, como lamentablemente ocurre algunas veces, se colapsó.
Pero Danny quería compartir esperanza. Ha tenido que reinvertarse, aprender a levantarse de la dura caída, y en su renacer ha tenido la generosidad de querer compartirlo con los asistentes a Pamplona en Positivo. Estoy seguro de que su historia particular refleja algo de todos y cada uno de nosotros, lo que yo llamo los “lugares comunes”. Gracias Danny por tu dedicación y por tu valentía.
En la parte final de la jornada tuvo lugar la entrega de los I Premios Optitud, presentados por la maravillosa Ana Belén Albero. Este evento no podía cerrarse sin el reconocimiento de la superación, de la resiliencia, de la capacidad que tenemos para reinventarnos. Seleccionamos un grupo de personas que destacaban por sus valores en el afrontamiento de la adversidad en la vida, personas que nos inspiran y que nos proporcionan esperanza. El resultado de las votaciones nos dio la oportunidad de premiar, reconocer y valorar públicamente a algunas personas a las que también queríamos transmitir lo importantes que son al ofrecernos inspiración y esperanza: Fátima Frutos, Amaia Izar, Celia Canseco, Juan Manuel Pedreño, Elena Chávarri y Oier Altuna; Oier fue quien recibió más votos y se llevó el Primer Premio, un reconocimiento a su capacidad de superación, aunque en este caso no hubo ganadores ni perdedores. Bueno sí, ganamos todos los que pudimos escuchar sus historias y compartir algunas palabras con ellos. Gracias a todos, por ser esperanza e inspiración.
Y finalmente, el cierre del evento. Uno podría pensar que tras todo el día implicado, atendiendo, emocionándose, a estas alturas sería difícil un cierre “elevado”. Tal vez a estas alturas de post, el cansancio haya hecho mella en ti también. En nuestro caso, las más de 300 personas que estábamos en Pamplona en Positivo fuimos testigos de otro momento mágico, inspirados por la maravillosa cantante Ysi Kalima, que nos “elevó” a cotas inimaginables convirtiendo a todos los asistentes en un improvicado coro musical. ¿Recordáis que el congreso recibía a los asistentes en el auditorio con la melodía de fondo “Oh, happy day!”? Pues Ysi nos llevó a un nuevo nivel de emotividad con su manera de dirigirnos como un coro que interpretaba esta canción. ¡Momentazo! Gracias Yolanda porque eres magia, me hiciste revivir emociones que hacía tiempo que no sentía.
Aunque he hecho un gran esfuerzo por tratar de reflejar lo que vivimos el pasado 19 de Octubre en Pamplona, por desgracia acabo con la sensación de no poder transmitir verdaderamente lo que sentimos. Conexión en el sentido más amplio de la palabra, a través de las emociones que compartimos, que nos elevaron, que nos inspiraron mutuamente. Si has llegado hasta el final de este relato, ¡te felicito! Dejo para otro momento lo que vivimos el sábado 20, en la jornada de talleres. Esa, sin duda, será otra emocionante historia.
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
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Celebrando los 10 Años de Crecimiento Positivo
Hay acontecimientos en la vida que resultan tan emocionantes en su proceso como en su resultado, tan ilusionantes que te llevan con facilidad a las metas, que tienen tanto sentido para uno mismo que en ningún puedes plantearte no hacer que sucedan… Este es un post difícil de escribir porque estoy convencido de que no voy a poder expresar en su justa medida lo que vivimos juntos el pasado 6 de abril.
Cuando el pasado mes de septiembre de 2017 se cumplieron 10 años del nacimiento de la idea “Crecimiento Positivo” comencé a darle vueltas a muchas posibilidades para celebrar una fecha tan importante y significativa para mí. ¿Qué podía hacer para conmemorar el recorrido? Confieso que en esos primeros instantes mi imaginación voló muy alto: era tanta la ilusión por compartir que no conseguía orientar mis decisiones hacia algo más humilde y realista. Por suerte, estoy acompañado de un entorno que me ha ayudado a encontrar el modo de celebrar como se merecía este recorrido.
Así fue tomando forma la idea de compartir una charla con quien quisiera, especialmente con aquellas personas que han compartido sus vidas con nosotros en algún que otro momento, como pacientes, psicólogos en formación, asistentes a talleres, amigos y familiares…
Porque lo más significativo de estos 10 años han sido las personas. Desde que comencé mi estudios de Psicología, allá en 1998, siempre quise aprender cómo somos los seres humanos, qué condiciones afectan a nuestra realidad y porqué reaccionamos como lo hacemos: ¿qué significa ser humano? Es evidente que en estos 20 años (9 de estudios y 11 de profesional) que han pasado no he obtenido respuestas concluyentes, tal vez porque no existen, pero sí que he aprendido mucho en este recorrido y lo que más me apetecía era compartirlo.
El pasado viernes 6 de abril fue un día muy emocionante. Me sentía casi eufórico por la oportunidad que teníamos de marcar una pequeña diferencia con este evento, puesto que no solo era nuestro cumpleaños y teníamos mucho que compartir con los asistentes, sino porque habíamos decidido donar el 50% de lo que recaudásemos a la ONG “Save the Children“, de manera que este encuentro sirviera no solo a los presentes, sino también que tuviese resonancia en personas que realmente necesitan ayuda para las necesidades más básicas. La primera buena noticia fue esa, la generosidad de todas las personas que se apuntaron al evento y que, sabiendo cuál era el destino de su contribución, decidieron acudir.
No tengo más que sentimientos de gratitud hacia las personas que asistieron porque conseguimos el objetivo de hacer un donativo significativo todos juntos. Quizá ese es uno de los aprendizajes más potentes de estos 10 años: juntos podemos hacer grandes cosas y ser generadores de esperanza. Pero no una “esperanza pasiva”, propia de quien se queda quieto a esperar que todo pase, sino la “esperanza activa“, propia de los optimistas inteligentes, que pasan a la acción para resolver las adversidades y transformar el mundo.
Compartimos muchas cosas esa tarde: los lugares comunes donde todos nos sentimos reconocidos, los descubrimientos que hemos ido realizando para ayudar a los demás a ser más felices, las decisiones basadas en lo que nos apasiona (y que aparentemente parecen insignificantes) pero que lo cambian todo…
Compartimos sorpresas, como la de Toñi, que leyó una carta muy emotiva que casi nos hace llorar, compartimos una merienda al final, compartimos abrazos, risas y lágrimas de emoción. Porque el eje son las personas, el motor las emociones compartidas y el sentido de todo esto… la Esperanza de que poco a poco, y entre todos, construiremos un mundo mejor.
Muchas gracias a tod@s por estos maravillosos 10 años. ¡A por otros 10!
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
Learn MoreGratitud
Durante estos 10 años de trabajo en la consulta, me he esforzado por ser consciente del privilegio que supone ver crecer a las personas que han acudido a buscar ayuda en los diferentes lugares donde he estado desarrollando mi profesión: primero en el Centro de Psicología Aplicada (CPA) de la Universidad Autónoma de Madrid, después en mi consulta de Crecimiento Positivo, más tarde durante 1 año en el IEPP, y después de nuevo en Crecimiento Positivo. Quiero dedicaros este post a vosotr@s, las personas que de un modo u otro han compartido parte de su trayecto conmigo, que han solicitado ayuda y a las que he tenido el honor de acompañar. ¡GRACIAS!
Echando la vista atrás impresiona la cantidad de personas con las que he trabajado tras 10 años. Varios centenares, a estas alturas. Personas con sus biografías, sus inquietudes, sus objetivos, sus miedos y esperanzas; personas fuertes y vulnerables al mismo tiempo, con problemas de todo tipo, con habilidades de afrontamiento de todo tipo también. Soy consciente de que no he podido ayudaros a tod@s, como es lógico: ni soy infalible ni pretendo serlo. Lo que sí espero que que hayáis percibido mi empatía y honestidad. De nuevo, os doy a tod@s las GRACIAS.
También soy consciente de que ha habido muchas personas que sí se han sentido acogidas y ayudadas, que han alcanzado sus objetivos y metas, encontrando entre sus recursos, más los nuevos aprendidos, formas de vivir más felices y auténticas. Cuando el pasado septiembre anuncié que nuestro proyecto, Crecimiento Positivo, cumplía 10 años de vida, muchas personas que han pasado por la consulta nos felicitaron. Pensé: “¿cómo puedo celebrar estos 10 años?“.
Y enseguida pensé que quería rendir homenaje a todas esas personas que habéis compartido un trocito de vuestras biografías con nosotros, de un modo u otro. Lo que se me ocurrió al principio era grabar un vídeo con todas las personas que quisieran participar hablando de sus experiencias, en consulta, en cursos y talleres, con nosotros. Reconozco que la idea gustó, pero que no ha sido posible porque se ha impuesto la timidez 🙂 Sin embargo, recibí muchos mails con pequeños discursos sobre lo aprendido en sus experiencias en Crecimiento Positivo. Si tenéis curiosidad por leer algunas, de las personas que me habéis dado permiso para compartir, podéis leerlas aquí.
En estos 10 años he aprendido mucho de todas las personas que han acudido a las diferentes consultas. Como muchos de vosotros sabéis, la Gratitud es una de las Fortalezas Personales que más influencia positiva tiene en nuestro bienestar subjetivo, en nuestras relaciones y en el modo en que nos sentimos conectados a nuestro propósito vital. Muchas de las personas que habéis trabajado las diferentes tareas relacionadas con la Fortaleza de la Gratitud habéis dicho muchas veces que el impacto positivo sobre vuestras vidas ha sido un facilitador del cambio que habéis hecho dentro de vuestros procesos terapéuticos.
Pero la Gratitud no sólo se trabaja en algunos procesos terapéuticos, sino que es algo que podemos practicar cualquiera de nosotros y ver sus efectos en nuestras vidas. ¿Cuántas de las personas que han venido a nuestras formaciones, cuántos de nuestros amigos y familiares que han hecho alguna tarea de Gratitud han visto incrementada su Felicidad y Bienestar? Este post me sirve para AGRADECEROS a todos vuestro paso por Crecimiento Positivo.
Y termino anunciando una “primicia” para este 2018: durante los próximos meses impartiré una Conferencia-Homenaje a todo lo vivido y aprendido durante estos años de todos vosotros, a la que creo que llamaré: “Qué he aprendido sobre la Felicidad tras 10 años ayudando a otras personas“. Para mí sería un placer que os animéis a asistir no solamente para observar nuestro recorrido de 10 años, sino para recaudar la mayor cantidad de fondos posibles; la mitad de lo recaudado irá destinado a una donación para una ONG.
¿Os animáis a seguir creciendo con nosotros? ¡Nos encantaría contar contigo!
Tony Corredera
Director de Crecimiento Positivo
Learn MorePseudociencias, gurús y sus peligrosos efectos (I)
Cuando estudiaba mi Master en la Especialización en Psicología Clínica, redacté un pequeño artículo para la clase de “Desvinculación de Sectas”, en el que reflexionaba sobre el efecto que los Grupos de Manipulación Psicológica y las diferentes (y demasiado extendidas) Pseudociencias tenían en la población en general y, concretamente, en los grupos de riesgo: personas que están sufriendo, que se sienten perdidas, que no encuentran su lugar en el mundo y que no consiguen ver su “sentido vital”. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez? Todos somos susceptibles de atravesar un momento complicado en nuestras vidas y es en ese momento, en ausencia de ciertos factores de protección, cuando los mensajes pseudocientíficos, en boca de una persona con autoridad, pueden tener efectos explosivos. Os dejo ese artículo, de 2005, aquí.
Hace mucho tiempo que deseaba escribir sobre este tema, pero el impulso lo he recibido al escuchar la terrible historia real de una buena amiga mía. Tener una enfermedad cuyo nombre, en el imaginario colectivo, se asocia inmediatamente con la muerte, es suficientemente duro como para que, además, profesionales de la salud te CULPEN de dicha enfermedad:
- Afirmar que tu cáncer es el resultado de un “problema emocional sin resolver” es una falacia y una autética barbaridad.
- Decir que “si tu tumor mide 6 centímetros, entonces es que hace 6 años te ocurrió algo que no has resuelto“, es una estupidez directamente.
Estas son las afirmaciones que un médico, una psicooncóloga y alguna enfermera hicieron a mi amiga; son afirmaciones procedentes de la Bioneuroemoción, una teoría sin fundamento científico y sin estudios que avalen sus afirmaciones. Pinchando aquí, podéis leer un informe de RedUne (Asociación para la prevención de la manipulación sectaria) sobre Bioneuroemoción (1).
Sin embargo, incluso para alguien con formación científica, en un momento de sufrimiento y desesperanza, supone un impacto emocional negativo recibir mensajes como los anteriores. Creo que debemos ser más exigentes y supervisar la proliferación de modelos de intervención pseudocientíficos, que crean más dolor, dependencia y sufrimiento que soluciones.
“Culpabilizar a quien está sufriendo una enfermedad es inmoral“.
Uno de los objetivos, para el psicólogo Ramón Bayés, de las profesiones relacionadas con el cuidado de personas enfermas (por ejemplo, la medicina, la psicología de la salud o la enfermería) es perseguir la excelencia en el trato con el paciente. Esto es ir mucho más allá de curar la enfermedad, va más allá del maravilloso principio hipocrático “ante todo, no hagas daño”.
Culpar a un paciente de sus propios problemas, de sus enfermedades supone generarle más emociones negativas, supone crearle otro problema más. La excelencia en el trato con pacientes supone empatía en su máxima expresión, respeto por su sufrimiento y profesionalidad en la ayuda; esta última parte exige recursos basados en la evidencia.
“Cuando estamos en el hospital, enfermos, temiendo por nuestra vida y a la espera de una cirugia aterradora, tenemos que confiar en los médicos que nos tratan. Si no lo hacemos así, la vida se vuelve muy complicada“.
Henry Marsh, Médico Cirujano.
El psicólogo social Stanley Millgram demostró la influencia de las figuras de autoridad en los procesos de obediencia, en sus famosos experimentos desarrollados en las décadas de los 60 y 70 del siglo XX. Lo que se descubrió es que cualquier persona, bajo el influjo de una figura de autoridad (por ejemplo, un médico, un científico, etc.), es capaz de llevar a cabo conductas que entrarían habitualmente en conflicto con su conciencia personal. Podéis ver un vídeo interesante al respecto pinchando aquí.
¿Qué podemos hacer entonces? ¿Desconfiamos del médico o del profesional de ayuda? ¿Hemos de acudir a varios profesionales al mismo tiempo? ¿Nos quedamos con que, aunque no esté funcionando una terapia, se hacía con “buena intención”?
Cuando hablamos de sufrimiento humano, no podemos quedarnos en las intenciones. Tener buena intención no es un método terapéutico validado científicamente. Algunas personas tienen entre sus características la cualidad de ser persuasivos, de ser inspiradores en sus palabras, y provocar emociones positivas entre quienes les escuchan. De este modo, a través de la mezcla entre la necesidad por mensajes sencillos e impactantes que tienen muchas personas (es posible que todos deseemos que la vida sea más sencilla de lo que la percibimos cuando sufrimos) y la existencia de personas con gran capacidad comunicativa, proliferan autoproclamados “Gurús” que, con “buena intención“, lanzan argumentos pseudocientíficos, invalidados por investigaciones recientes o directamente falsos. Nuevamente, debemos ser exigentes y responsables con esta situación y no mirar a otro lado.
En mi experiencia profesional, han acudido a mi consulta con cierta frecuencia personas que han pasado por tratamientos pseudocientíficos de diverso tipo, hechos por personas sin formación científica, cuyo resultado ha acabado siendo terrible: la cronificación de sus problemáticas previas. De igual modo, he atendido a personas que han leído algún libro de autoayuda, siguiendo sus recomendaciones al pie de la letra sin una mejora de su problemática, lo que les ha llevado a considerar que “no tienen solución”. Cuando una persona sufre y, a través del contacto directo con su terapeuta, llega a la conclusión de que su problema es culpa suya, que no tienen solución o que no quieren resolverlo, está creando un segundo problema “de la nada”. Esta forma de actuar no es “casual”, sino que forma parte de la metodología de los Gurús Pseudocientíficos: primero te desmoralizan, te despojan de esperanza, para luego autoerigirse como los únicos capaces de ayudarte a resolver tus problemas. La consecuencia de este proceso es la creación de una dependencia hacia el terapeuta o gurú.
Una de las bases esenciales de una psicoterapia basada en la evidencia es que no parte del principio de infalibilidad. Hay variables dentro de una terapia que hacen que los avances sean más lentos o más rápidos, que se pueda progresar de un modo u otro, que no tienen que ver con la “perfección” del modelo terapéutico; una alianza terapéutica frágil, falta de experiencia con un tipo de demanda por parte del profesional, falta de conocimientos específicos en un área de intervención, resistencias del paciente y del terapeuta… Pocos profesionales reconocen los porcentajes de “fracaso terapéutico”: aquellas situaciones en las que, a pesar de actuar con profesionalidad, no se consiguen los resultados deseados.
Tratar a los pacientes con humanidad, empatía y profesionalidad no tendría que ser un obstáculo para un profesional de la salud bien formado. Se puede ser un buen científico (utilizando teorías y métodos basados en la evidencia, sujetos a revisión permanentemente) y al mismo tiempo tratar con cuidado, cercanía, comprensión y compasión a las personas que ponen su confianza en tus manos, que esperan que les ayudes a alcanzar sus objetivos y reducir su sufrimiento. Reconocer que no sabemos todo, que podemos equivocarnos, que tal vez haya otros profesionales mejor cualificados, son formas de reconocimiento de lo prioritario en la relación terapéutica: el respeto a la dignidad de nuestros pacientes.
Tony Corredera
Director de Crecimiento Positivo
(1) La teoría de la Bioneuroemoción y sus defensores defienden el origen emocional de las enfermedades como el cáncer. El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Miguel Martín ha afirmado la pasada semana (octubre 2017) que “no hay datos que avalen el origen emocional del cáncer“.
Learn MoreDiez Años de Crecimiento Positivo
La primera vez que pronuncié en voz alta “Crecimiento Positivo” fue durante una conversación con uno de mis mejores amigos, alguien que ha tenido un papel decisivo en los momentos clave de mi vida como adulto y que aún sigue formando parte activa de la misma. Recuerdo que estábamos hablando de cómo podíamos proyectar en una expresión todas las ideas que le estaba contando para poner en marcha un proyecto de divulgación de conocimientos en el área de la Psicología Positiva, y mucho más.
Parte de lo que quería era difundir mis propias ideas, mis experiencias profesionales, con el propósito de ayudar a quien pudiera, de inspirar a otras personas, de tratar de iluminar algunos caminos oscuros. Y porqué no decirlo: también era un modo de encontrar un camino para mí mismo. Estaba en el momento más oscuro de mi vida y no veía el modo de salir de ese profundo agujero en el que me encontraba. Mi amigo fue guiándome con sugerencias, invitándome a decir en voz alta lo que pasaba por mi cabeza, de forma que poco a poco elaboramos la premisa inicial: divulgación de conocimientos, experiencias e ideas. Pero faltaba un nombre. Fue pronunciar esas palabras y la cara se me iluminó; fue un descubrimiento guiado. Nunca podré agradecerte lo bastante, Francis, todo lo que siempre has hecho por mí.
Y han pasado 10 años. Nada más y nada menos. Dicen los expertos en ser experto, que hacen falta 10000 horas de dedicación y/o 10 años, para que se pueda considerar a alguien experto en un campo de conocimiento. Según esos cálculos, podría decirse que soy un experto en el campo de la Psicología Clínica y de la Salud, así como de la Psicología Positiva. Sin embargo, mi sensación no es exactamente esta; sigo sintiéndome aprendiz, siento curiosidad por muchas cosas dentro de mi profesión, y al mismo tiempo, me percibo preparado y con deseos de compartir todo lo que he podido aprender en este recorrido. Así que soy una mezcla entre un aprendiz y un profesor. No sé si “experto” es algo aplicable a un campo de conocimientos como el que versa sobre las personas.
Estos 10 años han sido, ante todo, muy divertidos. Como contaba en este mismo blog con motivo de nuestro Quinto Aniversario, el proyecto que inicialmente nació con la intención de divulgar, poco a poco fue asumiendo más contenido, más alcance y más posibilidades: psicoterapia, supervisión de psicólog@s, cursos para profesionales, talleres vivenciales, etc. También crecimos en personal, nos aventuramos en proyectos compartidos con otros colegas, con diversos resultados, pero siempre con un denominador común: el crecimiento a través del aprendizaje.
¿Y qué hemos aprendido en estos 10 años? Ese es el primer objetivo que nos hemos marcado para este décimo aniversario: compartir lo que hemos aprendido hasta el momento. Nuestro deseo de este año es volver a retomar con asiduidad la divulgación a través de nuesro Blog, tratando de ser amenos y didácticos, ayudar a aclarar algunas confusiones, entre ellas el papel de un psicólogo en la consulta.
Para empezar, os dejamos algunas reflexiones de nuestra experiencia estos 10 años:
- La importancia de ir paso a paso, de construir las cosas desde el conocimiento científico (y revisable), la experiencia profesional y la observación de los resultados, para así crear contenido de calidad.
- El contexto importa mucho: las personas transitamos por lugares comunes, pero que ninguna recorre exactamente el mismo camino, lo que supone un equilibrio entre la sistematización de las intervenciones terapéuticas y la adaptación a la realidad particular de la persona. Lo que vale para uno, puede no ser válido para otro; lo que vale para muchos, puede no funcionarle a uno. Sin embargo, el desarrollo de una metodología basada en la evidencia, está resultando esencial para alcanzar los objetivos de cambio de las personas que vienen a consulta, a nuestros talleres o cursos de formación.
Observamos un creciente interés en el tema de la Felicidad y el Bienestar, pero de una forma superficial en muchos casos, que genera una especie de “Doble Victimización“: personas que se sienten infelices y se culpan por no ser capaces de ser felices. La proliferación de libros de autoayuda sobre estas temáticas, acaba generando más insatisfacción que la que, teóricamente, tratan de paliar. Algunas consecuencias son las críticas, muchas veces desmesuradas, que la Psicología Positiva recibe. Es un problema que nos parece grave y que deseamos contribuir a resolver con una divulgación responsable. Nuestro compromiso consistirá, como he señalado antes, en retomar la actividad del Blog, con nuevas secciones, así como la publicación de actualizaciones de libros y artículos recomendados. Aquí podéis ver algunas de las recomendaciones que hicimos en el pasado.
- Hay una necesidad evidente de vincularnos con otros, de sentir que le importamos a otra(s) persona(s), aunque cada vez las relaciones son más electrónicas que presenciales. Son innumerables los problemas relacionales que se crean por malentendidos en whatsapp, del mismo modo que es una consulta frecuente la dificultad para practicar las relaciones en persona. Una de las consultas más habituales relacionadas con problemas de estado de ánimo tienen como denominador común el sentimiento de soledad. Y no para de crecer esta demanda. Nuestra colaboración en el proyecto de los #BestYou de Teresa Falls dio como resultado este interesante webinar.
- Muchas personas se sienten perdidas, sin referentes personales ni propósitos vitales. Hemos observado cómo en muchos casos, ayudar a encontrar un propósito provoca el efecto de elevar el estado de ánimo, el compromiso con los objetivos y metas, así como mejorar las relaciones interpersonales. Y un vehículo eficaz en un altísimo porcentaje de los casos ha sido el descubrimiento, desarrollo y utilización de las Fortalezas Personales, trabajadas desde un modelo que trata de encontrar un “equilibrio” en las mismas. Es nuestro deseo compartir a partir de ahora nuestros hallazgos en este sentido en Congresos Especializados, a través de nuestros Newsletter y en nuestro Blog.
- A veces, “con la mejor de las intenciones, se consiguen los peores resultados“: todas las personas tratan de adaptarse a la adversidad como pueden, pero frecuentemente nos encontramos que lo que tratan de hacer para resolver problemas, se acaba convirtiendo en sus nuevos problemas.
- En mi formación como psicólogo, fue esencial la Supervisión de mi práctica con pacientes, especialmente en mis primeros años. Con el paso del tiempo he podido comprobar que este rol es imprescindible y que ha de mantenerse no sólo en los primeros años, sino a través del tiempo: supervisión profesional, exposición de casos, asistencia a congresos, formación especializada… Todas opciones excelentes y complementarias para seguir progresando en los conocimientos y habilidades necesarios para la praxis profesional en psicología. En estos últimos 5 años, el Servicio de Supervisión Profesional ha crecido considerablemente, de tal manera que hemos acumulado experiencias suficientes para comenzar a proponer formaciones en habilidades específicas para l@s psicólog@s. Este es uno de nuestros proyectos más ambiciosos en el Décimo Aniversario.
Durante los próximos 12 meses deseamos desarrollar todos los descubrimientos que hemos ido realizando estos 10 años, con entradas nuevas en nuestro Blog, así que si os ha picado la curiosidad, ¡pronto iremos desarrollando novedades al respecto!
Quiero terminar este post expresando mi Gratitud hacia todas las personas que habéis formado parte, de un modo u otro, de Crecimiento Positivo. GRACIAS, GRACIAS y un millón de veces GRACIAS por vuestra confianza, compromiso, autenticidad y generosidad.
A todas las personas que habéis compartido vuestro tiempo con nosotros, este décimo aniversario también es mérito vuestro. Los que me conocéis directamente, ya sabéis lo importante que es reconocer el esfuerzo y dedicación mutuos que dedicamos a cada proceso, a cada objetivo, a cada persona.
Gracias de corazón.
¡Vamos juntos a por otros 10 años!
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
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