Don´t Worry, Be Happy :-)
Cada cierto tiempo, las personas que trabajamos desde el ámbito de la Psicología Positiva recibimos críticas acerca del perfil desde el que enfocamos nuestra profesión, algunas necesarias, otras totalmente irracionales. Más allá del debate sobre la conveniencia y las formas, quiero compartir una reflexión acerca de mi experiencia profesional.
El mensaje con el que titulamos este post, “Don´t Worry, Be Happy“, es el título de una canción del compositor de jazz Bobby McFerrin; este título lanza un mensaje que los críticos, a los que hacíamos referencia anteriormente, utilizan para fundamentar sus “argumentos” contra los estudiosos del funcionamiento óptimo, el bienestar, la felicidad y el impacto de las emociones positivas en la calidad de vida de las personas. Estos críticos fácilmente identificarían el mensaje de la canción “no te preocupes, sé feliz” con el ideario que la Psicología Positiva defiende, como si los que trabajamos desde este ámbito aspirásemos a convencer a los demás de que la felicidad se alcanza a través de fráses cómodas que hay que repetir a diario.
Lo paradójico de esta situación es que muchas investigaciones, desde hace décadas, han señalado que la preocupación es un estilo de afrontamiento disfuncional que puede acabar configurando trastornos muy graves. Es cierto que la preocupación no es una patología, ya que de un modo u otro es algo que todos experimentamos, pero al contrario de lo que los críticos de la Psicología Positiva afirman, lo que recomendaríamos para la gestión de una preocupación difuncional no es el latiguillo “no te preocupes“. El psicólogo Thomas Borkovec, especialista en el Trastorno de Ansiedad Generalizada, formuló la teoría de la preocupación como evitación cognitiva, que viene a decir que algunas personas utilizan la preocupación para afrontar la respuesta de ansiedad fisiológica que sienten en algunas situaciones, por lo que logran disminuirla temporalmente. A medio plazo, la preocupación no produce cambios efectivos en la respuesta de afrontamiento (porque no afrontan ni la ansiedad fisiológica ni actúan en la situación que la provoca), de manera que la ansiedad reaparece; dicho de otro modo, la preocupación solo sirve para mantener el problema de ansiedad. De estos estudios, llevados a cabo desde los años 90 del siglo pasado, podemos concluir que la preocupación no es precisamente un estilo de afrontamiento constructivo y resolutivo.
Da la impresión de que estos críticos ensalcen las virtudes de la preocupación, el pesimismo (o realismo, como ellos lo llaman) o las respuestas defensivas basadas en las emociones universales ligadas a la supervivencia (miedo, tristeza, asco). La Psicología Positiva centra su objeto de estudio en los aspectos positivos de las personas, en las emociones positivas, en las fortalezas personales, en el bienestar y la felicidad, pero no niega la existencia y utilidad ni de las emociones negativas, ni del razonamiento lógico.
Uno de los principales problemas que observo no se deriva de la actividad de los críticos, sino de la actividad de quienes trabajamos desde este ámbito, tanto si somos académicos como si somos practicantes (en cualquiera de los ámbitos de aplicación); dicho problema se deriva de los mensajes que divulgamos, y que no divulgamos, en diferentes medios: blogs, revistas especializadas, redes sociales… Parte de nuestro trabajo consiste en explicar bien nuestros hallazgos y en eso, desde mi experiencia, no estamos siendo tan eficaces como sería deseable.
Pretendemos ofrecer una visión tan sencilla de la “realidad” que se producen con facilidad reduccionismos acientíficos. En principio, todos podemos reconocer (incluso sin ser científicos) que la positividad es “buena” y la negatividad “mala”; sin embargo, el mundo, la realidad, no es necesariamente dicotómica, ni tampoco permanente. ¿Se puede ser siempre “positivo”? ¿Hay que huir siempre de lo negativo? Leo y escucho decir que una de las mejores formas de “estar bien” es alejarse de las personas negativas. ¿Qué es una persona negativa? ¿Lo es porque se queja o porque se preocupa? No está claro lo que significa pero en mi experiencia profesional sí he podido observar algunas consecuencias: temor a “ser demasiado negativo”, a no encajar por si no se es suficientemente positivo o entusiasta.
En la consulta frecuentemente me encuentro con personas que desean aprender a gestionar problemas relacionados con la ansiedad; es cierto que no siempre ocurre que la consulta se relacione con una patología grave desde un punto de vista clínico, sino que se trata de personas cuyos recursos para gestionar su respuesta de ansiedad se han visto sobrepasados. El posicionamiento terapéutico desde la perspectiva de la Psicología Positiva supone focalizar desde el principio en los recursos disponibles, en el desarrollo de nuevas habilidades y en la potenciación de las fortalezas personales.
No por ello menoscabo la utilidad y funcionalidad que las emociones negativas pueden tener ante determinadas situaciones; como profesional de la psicología, como científico, me interesa averiguar el modo en que las personas aprendan a alcanzar un equilibrio que tienda al bienestar, dentro de las posibilidades de la situación, los recursos de los que dispone y la construcción de nuevas herramientas y habilidades. Decirle “sé positivo”, “aléjate de las personas negativas”, “no te preocupes” u otros eslóganes que algunos gurús repiten sin cesar es como no decir nada. De hecho, es una invitación por mi parte a que se sienta incomprendido, incapaz de ser “normal” o de ser “feliz”. De forma enmascarada, al comunicar esos mantras, le estoy haciendo ver que si no es feliz es porque no quiere.
Ayudar a las personas a descubrir sus potencialidades, a reconocer sus tendencias de pensamiento, emoción y acción, generadoras de problemas, y poner en marcha recursos nuevos que disminuyan su malestar e incrementen su bienestar, son algunos objetivos “centrales” de parte de mi trabajo. En este sentido, un descubrimiento interesante derivado del trabajo que he realizado en los últimos 3 años me indica que dentro de la atención a personas que consultan por problemas de ansiedad, se producen con más facilidad resultados positivos, en forma de objetivos terapéuticos alcanzados, cuando se trabaja potenciando las Fortalezas Personales que les llevan al afrontamiento a través de la acción.
Cuando se ponen en marcha las Fortalezas a través de acciones, se generan emociones positivas y vivencias de empoderamiento: las personas que he atendido utilizando las fortalezas como recurso complementario informan de un incremento de la percepción de capacidad de afrontamiento de las situaciones ansiógenas, al tiempo que manifiestan una reducción significativa de las preocupaciones (en términos de frecuencia, duración e intensidad de las mismas). De nuevo paradójicamente, se sienten “más felices y menos preocupadas“.
Como especialistas en este campo, hemos de asumir la responsabilidad de una divulgación de conocimientos y hallazgos responsable, que garantice la explicación de los descubrimientos de forma comprensible para la mayoría de las personas. No se trata de simplificar, sino de explicar mejor.
En lugar de decir que “no te preocupes”, o afirmar que si tienes ansiedad es mejor “centrarte en lo positivo”, puede resultar más responsable por nuestra parte comentar que la preocupación es una estrategia para afrontar la ansiedad que no resuelve el problema, puesto que nos lleva a evitar aquello que nos genera ansiedad (y por tanto la mantiene). Para afrontar con éxito los problemas relacionados con la ansiedad, la mayoría de las veces tendremos que exponernos a lo que nos da miedo y nos genera ansiedad, de manera que a través de esas acciones de afrontamiento, tanto nuestra percepción de miedo como nuestra respuesta fisiológica de ansiedad disminuirán. Lo que he descubierto aplicando las Fortalezas Personales en este tipo de consultas es que se generan aprendizajes, habilidades y emociones positivas que aceleran la recuperación y facilitan el afrontamiento, además de que las personas informan sentirse más felices y preparados para utilizar sus recursos de forma más óptima. Puede que, finalmente, el mensaje “don´t worry, be happy” no sea tan desacertado, aunque conviene, creo yo, explicarlo mejor.
Tony Corredera Larios.
Director de Crecimiento Positivo.
Learn MoreV Conferencia Internacional de la Felicidad en el Trabajo
La semana pasada asistí a la V Conferencia Internacional de la Felicidad en el Trabajo (#FET2015), celebrado los días 10 y 11 de junio en A Coruña y organizado por Aedipe Galicia, entre otras organizaciones. Como hace 2 años, cuando asistí por primera vez, el resultado ha sido sumamente satisfactorio y me marcho de nuevo con la sensación de seguir aprendiendo y compartiendo con muchísimos colegas y amigos que estamos trabajando en la misma dirección: ayudar a las personas a ser más felices. Por supuesto, también en el trabajo.
Lo primero que quiero hacer es empezar reconociendo y agradeciendo el esfuerzo que Belén Varela (@laquintavarela) ha realizado para que, y a pesar de los diferentes imprevistos que han ido sucediendo antes y durante el evento, el resultado final haya sido tan satisfactorio. ¡Enhorabuena!
Si algo caracteriza estos encuentros profesionales es precisamente el que comparten espacio y cartel algunos de los mejores representantes del mundo académico y de la investigación en Psicología Positiva Aplicada a la Empresa, junto a profesionales de diverso perfil que están aplicando con éxito medidas para incrementar el Bienestar y la Felicidad en las Organizaciones. Es verdad que aún queda mucho por hacer, pero es un placer escuchar cómo ya hay organizaciones aplicando programas y medidas que buscan directamente incrementar la Felicidad de quienes forman parte de esas organizaciones.
Hoy por hoy, escuchar los resultados de las investigaciones y experiencias de personas como Marisa Salanova (@MarisaSalanova), Emiliana Simon-Thomas, Robert J. Vallerard o John Briffa, en el mismo congreso, no resulta fácil de encontrar. Es fantástico comprobar como todos ellos, desde perspectivas tan diferentes como el engagement, la fisiología o la pasión, concluyan lo importante que es el bienestar y la felicidad en las organizaciones. Los descubrimientos de estos investigadores señalan que se pueden hacer cosas, tanto desde el plano individual (lo que cada uno puede hacer por sí mismo para ser más feliz en el trabajo) como desde el plano de la organización (las condiciones que pueden crearse) para facilitar entornos profesionales que incrementen la calidad de vida y la felicidad percibida de quienes habitan y conviven en las organizaciones.
Resulta apasionante escuchar cómo hay organizaciones, como Mahou, Vygon, Chiesi o Human Age, que están aplicando con éxito medidas para hacer de los contextos profesionales escenarios donde poder crecer, evolucionar y ser más felices. Ha quedado comprobado, tanto en la investigación como en la aplicación en organizaciones como las mencionadas antes, cómo las personas que son felices no solo tienen mejor rendimiento profesional, sino que además son más creativas. Especial mención he de hacer a Paloma Fuentes, cuya sensibilidad para responder a una pregunta del público sobre qué ha de hacer una organización con las “personas tóxicas” me pareció maravillosa; en su opinión, el sistema ha de hacer un esfuerzo por incluir a esas personas. El debate sobre esa cuestión está abierto y ojalá en los próximos años aprendamos a deshacernos de etiquetas cuyo resultado sí es realmente tóxico, puesto que generan auténticas profecías que se cumplen a sí mismas.
También resultó interesante escuchar la aplicación exitosa de metodologías basadas en la Psicología Positiva en otros países; la contribución de Iveth Suárez (desde Guatemala), de Muki Palacios (desde Perú) con su programa FET, y de Hugo Nisembaum (Brasil) fueron muy enriquecedoras. Obviamente, no puedo dejar fuera el producto nacional: Julián Pelacho (@julianpelacho) nos contó la aplicación de una serie de estrategias de Liderazgo Positivo para mejorar el clima laboral en una cadena de restaurantes italianos.
Como hace 2 años, durante estos dos días de conferencias y mesas redondas, ha habido también momentos muy divertidos, donde el movimiento (del cuerpo, pero también de las emociones y las conciencias) ha sido revelador. La conferencia de Jorge Salinas (@jsalinasatesora) nos dejó múltiples perlas para pensar, momentos para interactuar con completos desconocidos y durante unos minutos, ¡todos los participantes bailando juntos!
De Jorge Salinas me llevo la experiencia compartida de que toda la cadena de respuestas que empiezan con la pregunta “¿para qué vas a trabajar?”, acaban muy habitualmente en esta: “para ser feliz“.
Por supuesto, otro de los momentos absolutamente emotivos de estas dos jornadas fue el “Diálogo de los Héroes de Angrois”, en el que uno de los supervivientes del terrible accidente de tren, Marcial Cendón, nos dejó auténticas perlas de sabiduría basada en esa experiencia. Solo quiero destacar las recomendaciones que nos dio al final de su intervención: “disfrutad a tope, no dejéis escapar un solo sentimiento y ayudad siempre a los demás“.
Desde un punto de vista personal, lamento solamente no haber podido quedarme hasta el final del evento y haber perdido la oportunidad de escuchar en directo a Alex Kjerulf, y en videoconferencia al gran Mihaly Csikszentmihalyi; quienes escucharan a Jorge Salinas hablar de coherencia y congruencia entenderán que mi decisión me dejó “satisfecho”. Como contrapartida, he tenido la oportunidad de escuchar de nuevo en directo e intercambiar unas palabras, con el fantástico José Antonio Marina, de cuyo discurso me quedo con la historia que nos contó sobre la Catedral de Toledo:
“En una ocasión, mientras se construía la Catedral de Toledo, una persona que pasaba por allí se acercó a 3 de los canteros que tallaban piedra. Le preguntó al primero, “¿qué estás haciendo?”, a lo que respondió “aquí estoy, explotado contra mi voluntad, picando piedra como un esclavo”; le preguntó al segundo lo mismo, “¿qué estás haciendo?”, a lo que respondió “lo que me han mandado, tallar y dar forma a esta piedra”. Cuando le preguntó al tercero “¿qué estás haciendo?”, éste, entusiasmado le respondió: “¡estoy construyendo una Catedral!”.
Con esto me despido, con la sensación de Gratitud y Reconocimiento hacia todos los organizadores, entre quienes nuevamente quiero destacar a Belén Varela. Muy agradecido también a todos los ponentes ya los asistentes con quienes tuve la ocasión de aprender y compartir. Me voy, lleno de energía positiva, de buenas relaciones, de propósitos renovados, sabiendo que comparto un gran camino con otras personas. Como habría dicho el mismo cantero de la anécdota de José Antonio Marina: ¡yo también estoy construyendo una Catedral!
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo.
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