Síndrome Post-Vacacional
Terminan las vacaciones de verano y muchas personas han de incorporarse a la rutina habitual: colegios, trabajo, horarios, hábitos… La vuelta a las dinámicas de funcionamiento habituales tras una temporada lejos de esta realidad acerca a algunas personas a experimentar malestar significativo en su vida. El llamado Síndrome Post-Vacacional aparece durante los primeros días de la vuelta al trabajo y a las rutinas habituales, y parece afectar a un porcentaje significativo de personas, que experimentan cansancio, fatiga, somnolencia, falta de apetitito, irritabilidad, nerviosismo, tristeza, etc. Estas sensaciones suelen durar apenas unos días, pero algunas personas extienden su experiencia durante semanas, lo cual provoca un mayor sufrimiento.
Más allá de iniciar un debate sobre la necesidad de “patologizar” esta experiencia, lo cierto es que algunas personas “se enganchan” en estas sensaciones y prolongan su sufrimiento involuntariamente más allá de lo deseable; la razón por la que esto sucede puede estar relacionada con una falta de herramientas para manejar esas sensaciones y los pensamientos que surgen a partir de dichas sensaciones. La consecuencia de mantenerse demasiado tiempo fijado en estos sentimientos y emociones es que podemos desarrollar problemas de adaptación a largo plazo, aumentar el sufrimiento hasta transformarlo en una patología y/o transformar nuestras creencias sobre nosotros mismos y nuestra in-capacidad para afrontar con garantías determinadas situaciones.
Algunos profesionales apuestan por prevenir la aparición de estas sensaciones planificando unas vacaciones más cortas, indicando que las vacaciones “ideales” consisten en 15 días en los que hay tiempo suficiente para desconectar del ambiente profesional y disfrutar del tiempo libre, todo ello sin deconstruir los hábitos que facilitan una adaptación adecuada en el trabajo.
Más allá de una adecuada planificación de las vacaciones (esto quizás tenga más que ver con las posibilidades y los deseos de cada cual), el aprendizaje de herramientas para gestionar las emociones, sentimientos, pensamientos y creencias que en ocasiones aparecen al regresar a las rutinas habituales, puede ser una estrategia eficaz que facilite la adaptación. En este sentido no se trata de que todos tengamos que vernos obligados a tener más o menos días de vacaciones seguidos, sino de aprender a gestionar lo que nos puede suceder al regreso.
Es un hecho constatado que algunas personas disfrutan muchísimo de su trabajo, no únicamente porque obtengan del mismo reconocimiento, placer, autoestima o logro, sino porque además les ayuda a dar sentido a sus vidas. Estas personas tienen menos dificultades de adaptación, pero no están exentos de esas sensaciones de apatía o de cansancio iniciales. Las creencias relacionadas con el sentido y significado les ayudan en su adaptación a las rutinas habituales. Por otro lado, hay otras personas cuyas profesiones no les otorgan un sentido a sus vidas, cuyo disfrute profesional se relaciona con variables distintas. Y, por supuesto, hay personas que no disfrutan de su trabajo. Lo realmente curioso es que no hay una relación directa entre trabajar en un ámbito que le da sentido y significado a la vida, y la aparición y mantenimiento de esas sensaciones negativas que pueden dar lugar al llamado “Síndrome Post-vacacional”.
Parece que entonces, la clave no es tanto trabajar en algo que le de sentido a tu vida (aunque sea una meta deseable para muchas personas), o planificar un número de días de vacaciones determinado (lo que puede resultar coherente para algunas personas), sino poseer las habilidades para gestionar las emociones y pensamientos que se originan al retomar las rutinas anteriores al periodo vacacional.
Pensamientos como “se acabó lo bueno”, “otra vez a empezar de cero”, “necesito otro mes de vacaciones”, son pensamientos automáticos que todos podemos tener en un momento determinado; no se trata de no tener estos pensamientos, sino de saber qué hacer con ellos. El problema aparece cuando, a partir de las sensaciones de cansancio, apatía, etc., que pueden estar presentes al regreso a las rutinas, y al mismo tiempo aparecen estos pensamientos, se generan emociones negativas intensas que pueden hacerle creer a la persona que las cosas son peores de lo que realmente son.
Al final, las emociones funcionan como energía que nos impulsa, nos retiene o nos bloquea, y las explicaciones que nos damos de porqué nos sentimos como nos sentimos, porqué las cosas suceden como suceden (es decir, nuestros pensamientos y creencias), aparecen como una de las claves principales a tener en cuenta. Si conseguimos crear alternativas de pensamiento que nos permitan reducir la intensidad de las emociones bloqueantes y también creamos pensamientos de carácter positivo, posiblemente nuestras emociones nos llevarán a adaptarnos satisfactoriamente a las rutinas habituales.
Algunas recomendaciones que podemos seguir pueden ser las siguientes:
- Presta atención a lo que sientes sin juzgarlo: no pasa nada por sentir cansancio o apatía los primeros días tras las vacaciones, si nos juzgamos porque “no deberíamos” sentirnos así, posiblemente dificultaremos el proceso de recuperación de hábitos.
- Adapta el ritmo y las exigencias: puede que necesites tiempo para recuperar el ritmo al que estás acostumbrado, así que planifica una progresiva recuperación de tu ritmo habitual.
- Reserva tiempo para ti: la vuelta al trabajo, las responsabilidades, la casa, los hijos, los compromisos… Es importante reservar un poco de tiempo para ti, dedicándolo a realizar algo que te resulte divertido y placentero. El equilibrio es la clave.
- Promueve un estilo optimista de afrontamiento: no se trata de pensar positivamente porque sí, sin motivos, sino de tratar de reducir el impacto emocional de los pensamientos negativos automáticos, así como construir explicaciones de lo que sucede que promuevan emociones positivas.
- Invierte tiempo en tus relaciones: algunas personas se aíslan un poco esos primeros días, ya que perciben diferencias con compañeros o responsables en el trabajo, o incluso en casa.
Todas las personas podemos experimentar dificultades de adaptación tras un periodo vacacional, por lo que resulta interesante construir herramientas para la gestión de pensamientos y emociones complicadas, promocionar un estilo optimista de afrontamiento y una recuperación progresiva de los ritmos habituales.
Tony Corredera.
Director de Crecimiento Positivo
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