Círculos Virtuosos: la importancia de relacionarnos con otros
Los seres humanos somos seres sociales. Tenemos, entre otras, una necesidad de estar en contacto los unos con los otros. Vivimos en sociedad y gran parte de los aprendizajes que hemos de hacer a lo largo de la vida sirven para adaptarnos a la vida en sociedad, para aprender a convivir.
Nuestras relaciones, desde la leve interacción que pueda tener con una persona que me atiende en una tienda, hasta el vínculo afectivo más significativo, pueden ayudar a explicar la calidad de vida que tenemos. Los demás, en gran medida, nos ayudan a sentirnos más felices y a desarrollar todo nuestro potencial.
Porque es en las relaciones donde nuestras potencialidades se ponen de manifiesto con más claridad, donde las emociones pueden llegar a cotas de intensidad más altas, donde encontramos respuesta a muchas de las preguntas que guían nuestras vidas. Esto, por supuesto, no significa que debamos vivir por y para los demás, sino que reconozcamos la importancia de otras personas, cómo nos influimos mutuamente en cada interacción, y cómo, dependiendo de la calidad de las relaciones personales que construyamos, nos sentimos más o menos felices.
A lo largo de toda nuestra vida tenemos relaciones, y nuestra capacidad para construir vínculos saludables, relaciones positivas, resulta fundamental incluso para nuestra supervivencia. Dentro de las relaciones personales, la mayoría de nosotros encuentra sentido y propósito a la vida, a través de la experimentación de distintas emociones y sentimientos que van guiando cada interacción, cada vínculo: el amor, la alegría, la satisfacción. Todas estas emociones, en el contexto social, nos facilitan el afrontamiento de las diferentes situaciones que nos vamos encontrando, y nos aportan el apoyo, la protección y el impulso para superarlas.
Construir relaciones positivas nos ayuda a crear estructuras de apoyo sólidas y resistentes, a las que podemos recurrir no solamente en caso de problemas, sino también para compartir lo positivo, para crear algo más grande, para facilitar que en nuestra relación particular cada uno encuentre el modo de ser más feliz.
Aunque cada sistema de apoyo social tenga sus particularidades, en el tipo de interacción, la frecuencia, la intensidad y cercanía, lo cierto es que todos pertenecemos a un enorme sistema de relaciones interdependientes a las que contribuimos cada día. Nuestro particular grupo de referencia, posiblemente se relaciona con otro grupo, y ambos grupos, con otros aún más grandes…
Los Círculos Virtuosos son el resultado que encontramos al invertir en relacionarnos con los demás de forma positiva, tanto en las relaciones significativas, en los vínculos de intimidad, como en los encuentros fortuitos o programados, pero poco duraderos. Relacionarnos de forma positiva significa ser conscientes de la importancia que cada interacción tiene, conscientes de que somos (todos) merecedores de respeto, y que aunque el conflicto es posible, y a veces incluso inevitable, también nos ayuda a crecer, a mejorar, a seguir contribuyendo a la creación de nuestro particular círculo virtuoso.
En este círculo de relaciones positivas, podemos encontrar que los grandes sueños que tenemos son posibles, gracias, precisamente, a que todos estamos interconectados. Si he cuidado un vínculo, generando emociones positivas que hemos compartido, es probable que más adelante, aquél encuentro, aquélla relación, me facilite la llegada de nuevas situaciones. Es precisamente lo que sucede cuando conozco a una persona y establezco una relación con ella: dos mundos entran en una interacción de conocimiento mutuo y se establecen lazos cuyas consecuencias no somos capaces de medir inmediatamente. Tal vez sea una amistad que dure siempre, o tal vez la persona con quien decida tener hijos, o incluso ese socio que siempre quise tener. El elemento que hemos de cuidar es el de crecimiento mutuo, y eso es lo que determinará la calidad de esta relación en concreto.
Esto no significa que debamos llevarnos bien con todo el mundo a cualquier precio, ya que este objetivo es imposible. A veces sucede que no nos gusta el modo de actuar de alguien, o que una relación de mucho tiempo se deteriora, o que las personas que participan de una relación concreta no desean seguir contribuyendo porque están creciendo en direcciones opuestas, o que nos desengañemos… A veces una relación, sencillamente, no es posible. Es el riesgo que toda relación implica, pero las consecuencias positivas de una relación son mayores que las negativas.
Construir relaciones positivas con los demás nos facilita la creación de una estructura de apoyo amplia y sólida, en la que podemos encontrar diferentes espacios de disfrute, bienestar, felicidad y crecimiento, en la que compartir nuestros malos momentos y superarlos con mayor facilidad, y en la que compartir todo lo bueno que tenemos, y disfrutarlo exponencialmente.
Tony Corredera.
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